MI AGRO. TU AGRO. NUESTRO AGRO
Acabo de leer un comunicado de la asociación de ganaderos SONAGAN criticando la propuesta del "bono" de S/ 1,000 por agricultor solicitado por CONVEAGRO y los Regantes del país. Al respecto voy a hacer el análisis de la situación para terminar con una sugerencia al gobierno.
Tenemos el antecedente del Fenómeno del Niño del año 2017 cuando dimos, como Ministerio de Agricultura, S/ 1,000 por hectárea a los agricultores más afectados; además se les entregó semillas y fertilizantes a razón de S/ 1,000 por hectárea para el caso de cultivos temporales y S/ 1,500 por hectárea para el caso de cultivos permanentes. Fueron S/ 55 millones que se entregaron a los productores. Fue insuficiente, faltó plata, había mucho más agricultores que atender pero el MEF no veía con buenos ojos estas reparticiones. Sin embargo, el antecedente es que se entregó (en efectivo e insumos) más de S/ 2,000 por hectárea a cada agricultor afectado.
Ahora la situación es algo diferente. En primer lugar, el productor agropecuario sigue en actividad, pero con sobrecostos por la mano de obra e insumos más caros o por el transporte más costoso que hace que le paguen menos por el producto. En segundo lugar, y más importante, el pequeño productor llega a esta crisis en condiciones precarias puesto que los últimos 10 a 15 años han sido complicados para el campo.
Adicionalmente, es posible que la importación de productos como el trigo, soja y maíz amarillo duro se afecte un poco en el futuro dado que los países del hemisferio norte van a aumentar sus stocks de almacenamiento por seguridad alimentaria.
En consecuencia, con una responsabilidad mayor que otros años, vamos a sostener la seguridad alimentaria nacional en nuestra pequeña agricultura. Si antes del COVID 19 abastecía más del 70% de la alimentación nacional, en unos meses aumentará esa participación.
Lo paradójico es que tamaña responsabilidad recae en un agricultor descapitalizado y con limitaciones de capital de trabajo para la siguiente campaña. El hecho que el agricultor siembre y coseche no quiere decir que haya tenido capital de trabajo para disponer de semilla, fertilizante y control sanitario apropiado.
La oportunidad es aprovechar esta crisis para darle algo de competitividad a la actividad agraria (agricultura y ganadería) y al mismo tiempo implementar política pública que la haga sostenible.
El productor agropecuario está en condición vulnerable y eso lo hace inmediatamente acreedor del incentivo monetario de 380 x 2 = 760 soles. Ello es algo de rutina, que le corresponde en el marco de la estrategia de control de daños del gobierno y no debe llamarse "bono agrario" porque ello se destinará a alimentación, no alcanza para el cultivo o crianza.
El bono agrario deberá ser un incentivo mayor que permita ayudar a resolver un problema que se viene arrastrando más de una década. Soy de la idea de iniciar de una vez, y dentro de la estrategia de recuperación económica del gobierno, un programa masivo de competitividad que combine asociatividad, mercado seguro, tecnología, genética y asistencia técnica. Destinar (mayor monto en cultivos permanentes que temporales) un promedio de S/ 10 mil por hectárea para productores que estén organizados o articulados a un comprador calificado. Estos fondos serán no reembolsables en un 50%.
El productor, una vez capitalizado, podrá acceder de mejor forma al financiamiento y éste es el otro tema, en paralelo, que hay que resolver mediante un fondo de cobertura y garantías.
Podemos avanzar con 150 mil hectáreas por año. En un horizonte de 10 años, habremos fortalecido a 1.5 millones de hectáreas de la pequeña agricultura. El presupuesto requerido es de S/ 1,500 millones anuales.
Aprovechemos esta coyuntura para resolver de verdad el problema del agro; evitemos darle solo un caramelo, que no llegará a tener impacto productivo.
Ing. Angel Manero Campos
Tenemos el antecedente del Fenómeno del Niño del año 2017 cuando dimos, como Ministerio de Agricultura, S/ 1,000 por hectárea a los agricultores más afectados; además se les entregó semillas y fertilizantes a razón de S/ 1,000 por hectárea para el caso de cultivos temporales y S/ 1,500 por hectárea para el caso de cultivos permanentes. Fueron S/ 55 millones que se entregaron a los productores. Fue insuficiente, faltó plata, había mucho más agricultores que atender pero el MEF no veía con buenos ojos estas reparticiones. Sin embargo, el antecedente es que se entregó (en efectivo e insumos) más de S/ 2,000 por hectárea a cada agricultor afectado.
Ahora la situación es algo diferente. En primer lugar, el productor agropecuario sigue en actividad, pero con sobrecostos por la mano de obra e insumos más caros o por el transporte más costoso que hace que le paguen menos por el producto. En segundo lugar, y más importante, el pequeño productor llega a esta crisis en condiciones precarias puesto que los últimos 10 a 15 años han sido complicados para el campo.
Adicionalmente, es posible que la importación de productos como el trigo, soja y maíz amarillo duro se afecte un poco en el futuro dado que los países del hemisferio norte van a aumentar sus stocks de almacenamiento por seguridad alimentaria.
En consecuencia, con una responsabilidad mayor que otros años, vamos a sostener la seguridad alimentaria nacional en nuestra pequeña agricultura. Si antes del COVID 19 abastecía más del 70% de la alimentación nacional, en unos meses aumentará esa participación.
Lo paradójico es que tamaña responsabilidad recae en un agricultor descapitalizado y con limitaciones de capital de trabajo para la siguiente campaña. El hecho que el agricultor siembre y coseche no quiere decir que haya tenido capital de trabajo para disponer de semilla, fertilizante y control sanitario apropiado.
La oportunidad es aprovechar esta crisis para darle algo de competitividad a la actividad agraria (agricultura y ganadería) y al mismo tiempo implementar política pública que la haga sostenible.
El productor agropecuario está en condición vulnerable y eso lo hace inmediatamente acreedor del incentivo monetario de 380 x 2 = 760 soles. Ello es algo de rutina, que le corresponde en el marco de la estrategia de control de daños del gobierno y no debe llamarse "bono agrario" porque ello se destinará a alimentación, no alcanza para el cultivo o crianza.
El bono agrario deberá ser un incentivo mayor que permita ayudar a resolver un problema que se viene arrastrando más de una década. Soy de la idea de iniciar de una vez, y dentro de la estrategia de recuperación económica del gobierno, un programa masivo de competitividad que combine asociatividad, mercado seguro, tecnología, genética y asistencia técnica. Destinar (mayor monto en cultivos permanentes que temporales) un promedio de S/ 10 mil por hectárea para productores que estén organizados o articulados a un comprador calificado. Estos fondos serán no reembolsables en un 50%.
El productor, una vez capitalizado, podrá acceder de mejor forma al financiamiento y éste es el otro tema, en paralelo, que hay que resolver mediante un fondo de cobertura y garantías.
Podemos avanzar con 150 mil hectáreas por año. En un horizonte de 10 años, habremos fortalecido a 1.5 millones de hectáreas de la pequeña agricultura. El presupuesto requerido es de S/ 1,500 millones anuales.
Aprovechemos esta coyuntura para resolver de verdad el problema del agro; evitemos darle solo un caramelo, que no llegará a tener impacto productivo.
Ing. Angel Manero Campos
Enviado desde mi smartphone Samsung Galaxy.
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