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BIOCOMPARTIENDO
# 05 del 2022 / Perú, viernes 28 de enero
¡Por una vida sana y feliz; libre de transgénicos cancerígenos!
Editor Fernando Alvarado de la Fuente / bioferdi@hotmail.com
Ver todos los números de Compartiendo en: www.ideas.org.pe
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INDICE
- Investigación muestra que es falso que cuanto más pesticidas y fertilizantes se apliquen mejores rendimientos de cultivos hortícolas se obtienen
- «El 'capitalismo caníbal' está en nuestro horizonte»
- Compilación de lecturas y bibliografía recomendadas sobre AGROECOLOGÍA Y ALIMENTACIÓN SALUDABLE,
- Seis meses para adaptarnos a estándares más exigentes en los alimentos
- Mango orgánico: una realidad que crecerá paulatinamente por la gran demanda de los consumidores
- CALENDARIO AGROECOLOGICO 2022
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Investigación muestra que es falso que cuanto más pesticidas y fertilizantes se apliquen mejores rendimientos de cultivos hortícolas se obtienen
Por Leo Lagos Idioma Español País Uruguay
20 enero 2022
Los resultados, publicados en una revista internacional, muestran que en establecimientos con cultivos de frutilla, boniato, tomate y cebolla del sur del país, el rendimiento que se obtiene de los cultivos no guarda relación con la cantidad de pesticidas y fertilizantes que se les aplican. Por otro lado, el trabajo cuantifica por primera vez algo que se intuía: la carga de pesticidas y fertilizantes es tan grande como carente de fundamento técnico.
En este país no sólo quienes son tuercas son apasionados de los motores. Algunos economistas, políticos y organizaciones tienen una gran predilección por hablar de los motores de la economía. Lo curioso es que mientras que los tuercas son expertos en conocer de carburadores, inyectores, pistones, válvulas y demás, con frecuencia llama la atención lo poco que conocemos de algunas de las partes y del funcionamiento de la producción agropecuaria, ese gran motor que mueve al país.
Como muestra vaya un botón. Si bien la maestra en la escuela se esforzó por dejar en claro que las lombrices mejoraban la calidad del suelo, recién gracias a una investigación realizada en 2019 se analizó qué lombrices habitaban los suelos de dos zonas productivas distintas de Uruguay, detectándose cuatro especies nunca antes registradas en el país.
De hecho, durante décadas, el estudio de los organismos que viven en el suelo se enfocaba en los patógenos y cómo combatirlos, y recién desde hace pocos años se comenzó a cambiar la mirada, entendiendo que una comunidad sana de bacterias, hongos y animales como las lombrices o las termitas es necesaria para una mejor condición del suelo y de lo que pretendamos que crezca en él. Para volver a los fanáticos de los motores, es como que recién en el siglo XXI se percataran de que los filtros de aire, aceite y nafta en buen estado ayudan al funcionamiento de sus vehículos.
Lentamente estamos comprendiendo que un suelo es un ecosistema lleno de vida diversa y de intercambios y transformaciones de materia. Un suelo con buena salud podrá seguir brindando los servicios que le exigimos para producir alimentos para una especie que no ha dejado rincón del planeta sin poblar. Justamente el crecimiento de la población fue el motivo esgrimido para impulsar desde la década de 1960 lo que se denominó la revolución verde.
El verde de tal revolución venía dado por la clorofila de las plantas y no por el sentido que podemos darle hoy de algo que quiere pasar por ecológico o sostenible. Tampoco debemos dejar de lado la época turbulenta en que fue propuesta, cuando otra revolución, la roja, estaba en el tapete. Volviendo al verde ambiental, la revolución verde nos llevó a la encrucijada que hoy tanto Uruguay como otros países productores de alimentos deben resolver.
La promesa de esta revolución clorofílica consistía en que se podrían mejorar los rendimientos de los cultivos si se aplicaban, por un lado, mejoras al laboreo, mecanización incluida, irrigación donde hiciera falta, si se recurría a variedades de cultivos más rendidoras, y si, por otro lado, se utilizaban productos agroquímicos para controlar plagas y enfermedades así como para darle al suelo lo que los cultivos necesitaban. En otras palabras: con pesticidas y fertilizantes químicos, la humanidad podría descansar tranquila sabiendo que nunca más habría una heladera vacía en ninguna parte del mundo.
Claro que en algunas partes del mundo ni siquiera había –ni hay– heladeras. Y que el problema del alimento no es que lo que produce la humanidad no alcanza para todos los humanos y sus animales, sino que hay problemas de distribución, acceso, acaparamiento, especulación financiera y tantos otros males para los cuales la revolución verde aún no ha encontrado un pesticida.
De todas maneras con la revolución verde se instaló la idea de que para producir bien se podría recurrir a paquetes agrotecnológicos que aseguraban resultados. Con el correr de los años se fueron agregando componentes a estos paquetes. Si primero se usaron variedades de granos con mayor rendimiento, luego llegaron los organismos genéticamente modificados y luego, aquellos con edición génica para resistir a un pesticida concreto. Por ejemplo, la conocida soja modificada genéticamente para resistir al glifosato. La promesa: aplique glifosato y allí no crecerán ni malezas ni ninguna otra cosa salvo su soja genéticamente patentada por una multinacional.
Algunos cultivos crecieron. Los puertos se abarrotaron de contenedores. Pero algunas luces de alarma comenzaron a encenderse. Desde 1960 a nuestros días la evidencia acumulada sobre los efectos perjudiciales de varios agroquímicos se reportaron no sólo en los humanos, sino en diversos organismos. La rápida merma en la población de insectos polinizadores –abejas, abejorros, mariposas, etcétera– da cuenta de ello. Desde entonces la lista de productos que se prohíben en los mercados aumenta, al tiempo que salen nuevos productos con nuevos principios activos, algunos de los cuales, tras un tiempo, caen en la lista de prohibidos. Y así, y así. Para colmo, la evolución es más hábil que nosotros: para cada principio activo que crea la industria, algún organismo encuentra la forma de hacerse resistente a él. Y entonces se crea otro producto. Y así, y así.
Los fertilizantes, por su parte, contribuyen a la eutrofización de los cursos de agua. En nuestro país, donde la superficie destinada a la soja creció 3.000% entre 2000 y 2015, comenzamos a asistir a frecuentes y enormes floraciones de cianobacterias. No es la única causa del fenómeno, pero sin el fósforo que hoy hay en grandes cantidades en los cursos de agua, las cianobacterias no tendrían el alimento necesario para acaparar titulares. Por otro lado, el destino de grandes extensiones a monocultivos –la forestación además creció en superficie alrededor de 500% entre 1990 y 2015– comenzó a tener impactos en la biodiversidad. El principal ecosistema amenazado en Uruguay no son los bosques, como sucede en el Amazonas, sino el pastizal. El verdadero problema para cualquier país no es la deforestación sino el cambio del uso del suelo.
Para colmo, si la pérdida de biodiversidad no nos conmueve, si el riesgo de convivir con productos que afectan la salud humana y animal no nos moviliza, si alterar los equilibrios del medioambiente no nos apena, hay otro dato que podría alarmar aun a quienes sólo piensan en mantener el motor encendido. Como mostró una investigación, la intensificación de la agricultura experimentada en nuestro país entre 2005 y 2018 produjo un resultado preocupante: los suelos de Uruguay se han empobrecido. Soja y eucaliptos para hoy, suelos pobres para mañana.
Los compañeros de la sección Economía podrían aportar otras tantas dimensiones a esta problemática –primarización de la economía, encarecimiento de la tierra mediante la presión de las empresas del agronegocio–, así como diversos aspectos sociales que vuelven el tema aún más complejo –despoblamiento del medio rural, empleo–.
Perdón por la larga introducción, pero aquí es más o menos donde estamos parados. Ante este panorama se plantea una gran duda. Si aplicar pesticidas y fertilizantes no es lo mejor, ¿cómo hacer para sobrevivir cuando los ingresos de uno dependen de cultivos? Se habla de una transición hacia sistemas más sostenibles, pero hasta que eso no llegue, ¿qué hacer? Si dejamos los pesticidas, ¿nos azotarán las plagas? Si dejamos de fertilizar, ¿tendremos cultivos magros? Es en este contexto que la publicación del artículo "Amplio espacio para la reducción de insumos agroquímicos sin pérdida de productividad: el caso de la producción de hortalizas en Uruguay" en la revista Science of the Total Environment, pese a los datos preocupantes que comunica con claridad, debiera llenarnos de esperanza.
Porque como bien dice el título de este brillante trabajo firmado por Mariana Scarlato y Santiago Dogliotti, de la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República, y Félix Bianchi y Walter Rossing, del departamento de Ecología de Sistemas Agrícolas de la Universidad Wageningen de Holanda, hay margen para reducir nuestra dependencia de los agroquímicos. Lejos de ser un trabajo teórico, tras estudiar lo que sucedía con el uso de insumos externos y los rendimientos hortícolas de 82 establecimientos de San José, Canelones y Montevideo (y entre ellos 428 cultivos de tomate, cebolla, frutilla y boniato) entre 2012 y 2017, no sólo encontraron datos necesarios que cuantifican qué tanto se fertiliza y se aplican pesticidas, sino que además encontraron evidencia como para decir sin tapujos, al menos en lo que hace a la producción de estos vegetales en esta zona, que la promesa de la revolución verde es falsa.
"Las relaciones entre el uso de insumos y el rendimiento de los cultivos fueron débiles o no significativas, lo que indica ineficiencias y uso excesivo de insumos", comunican ya en el resumen de su trabajo. Las altas cargas de pesticidas –el récord lo tienen los tomates cultivados en ciclo largo y las frutillas, totalizando 21 kilos de principio activo por hectárea por ciclo de cultivo– y de fertilizantes –el récord lo vuelve a tener el tomate de ciclo largo, con 1.127 kilos de nutrientes aplicados por hectárea durante todo el ciclo– no implicaban que esos productores obtuvieran mejores rendimientos de sus campos.
Por otro lado, comunican que 17% de los establecimientos estudiados –se seleccionaron con criterios estadísticos para que fueran representativos– "obtuvieron niveles de rendimiento relativamente altos con bajos niveles de insumos externos". Ni mañana ni pasado: hoy productores "convencionales" están logrando reducir la dependencia de insumos externos y al mismo tiempo obtienen buenos resultados. Con emociones encontradas por el alto uso de insumos pero esperanzados por el "amplio espacio" para reducir su uso, nos fuimos al encuentro de Mariana Scarlato y Santiago Dogliotti, que estaban entusiasmados de contar las buenas nuevas pese a los 40 grados que amenazaban derretir la Facultad de Agronomía.
Principio tienen las cosas
"Como todas las preguntas de investigación, todo empieza con observar la realidad. El equipo de Horticultura de la Facultad de Agronomía desde hace muchos años viene trabajando bastante cerca del sector productivo", dice Dogliotti cuando les pregunto cómo surge la idea de estudiar la relación entre los inputs, pesticidas y fertilizantes, y el rendimiento de los cultivos. Cuenta que cerca de 80% de la investigación que hace el equipo se realiza en interacción con productores, sean individuales, grupos u organizaciones, lo que los lleva a interiorizarse en cómo funcionan los sistemas y los cuellos de botella que tienen. En ese trabajo, observando lo que pasa en campos reales con productores reales, comenzaron a hacerse una idea.
"Había una especie de observación empírica, sin demasiada elaboración, de que los buenos rendimientos no estaban asociados a los inputs. Eso era algo que teníamos presente desde hacía tiempo", sostiene Dogliotti, que además confiesa que "hasta este trabajo no habíamos tenido la oportunidad de ponerle números duros, estadísticamente representativos".
La oportunidad llegó a través de un proyecto del Fondo de Promoción de Tecnología Agropecuaria (FPTA) que financia el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA). Su objetivo principal era entender las razones detrás de las brechas de rendimiento de los cultivos. "La brecha de rendimiento es la diferencia que hay entre el rendimiento que efectivamente obtienen los productores y el que podrían obtener dadas las condiciones de tecnología, de clima y de recursos naturales que tiene la zona productora", explica Dogliotti. Por ahora, Scarlato asiente en silencio. Es que Dogliotti está preparando el terreno para que haga su entrada triunfal.
"Mariana trabajó en ese proyecto FPTA y participó activamente en ese diagnóstico. De allí obviamente sacamos conclusiones respecto del objetivo, pero también nos hicimos de una muy buena base de datos. Ese proyecto, sumado a otros trabajos previos, como la tesis de maestría de Mariana, que fue un antecedente del proyecto FPTA, nos permitió, aplicando la ecología de la producción, entender por qué había brechas de rendimiento", dice Dogliotti al tiempo que entrega la posta.
"A nivel mundial se estudia mucho la brecha de rendimiento, pero no se hace énfasis en identificar los factores que la explica", prosigue Scarlato. "Si bien nos interesa cuantificar la brecha, que ronda el 50% en algunos cultivos, el foco de este proyecto también pasaba por entender por qué se daba esa brecha", agrega. Para lograr ese objetivo evaluaron gran cantidad de variables a nivel de la ecología y la fisiología del cultivo. "Mediante herramientas estadísticas buscamos ver cuáles de esas variables explicaban en mayor medida las diferencias de rendimiento. En muchas de esas variables, como no eran significativas para explicar la brecha de rendimiento, no profundizamos. Y entre esas variables estaban los insumos aplicados", resume.
Entonces aquello que no ayudaba a explicar el objetivo del proyecto original era la sustancia principal del artículo que ahora publican. A pesar de la aplicación de fertilizantes y plaguicidas, la brecha de rendimiento se seguía manteniendo en muchos predios y cultivos. El mito del paquete de insumos externos para obtener un mayor rendimiento, propagado desde la revolución verde, se caía al piso. En nuestro país, productores tradicionales estaban obteniendo mejores rendimientos de cebolla, tomate y frutilla que muchos otros colegas que aplicaban grandes cantidades de fertilizantes y plaguicidas. O para que la revolución verde lo entienda: el no aplicar demasiados pesticidas y fertilizantes no es lo que explica la diferencia de rendimiento en estos cultivos (no metemos el boniato en la bolsa porque fue el cultivo en el que se aplicó menor cantidad de insumos externos en todos los casos. Aun así, allí tampoco hacían la diferencia).
"Tenías productores con muy buenos rendimientos que utilizaban muy pocos o relativamente menos pesticidas y fertilizantes que otros productores que tenían rendimientos similares, pero usaban muchos insumos, u otros que los usaban en grandes cantidades pero obtenían rendimientos menores", resume Dogliotti.
El tema es sumamente relevante cuando desde varias tiendas se habla de la necesidad de la intensificación de la producción. Hay quienes, previendo que una mayor producción casi seguramente puede aparejar problemas ambientales, hablan incluso de intensificación sostenible. De fondo está el tema de la transición hacia nuevas formas y lógicas de producción agropecuaria que miren más allá de lo que sucede en el predio e incorporen el ambiente y lo social.
"Allí está todo el marco que da mi doctorado, que consiste justamente en estudiar estrategias para la intensificación ecológica de los sistemas hortícola-vegetales en Uruguay", dice Scarlato. "La intensificación ecológica o la intensificación sostenible son distintos conceptos que están en la academia y cada vez más en la sociedad. Nuestra traducción a la realidad de esa intensificación ecológica es la agroecología, en el sentido de que busca aumentar la producción en base a la intensificación de procesos ecológicos que sostengan esa producción", afirma.
Para dejar clara la intensificación ecológica, Scarlato propone el ejemplo de las plagas. "Se puede producir más regulando las plagas, pero ¿mediante qué estrategia? Queremos reducir el uso de pesticidas, por lo que una alternativa podría ser la aplicación de controladores biológicos externos. Esa podría ser una estrategia, pero en realidad nuestra meta es que el propio sistema genere mecanismos locales, entre ellos otros seres vivos, que sean capaces de regular la presión de plagas de ese sistema sin la necesidad de recurrir a insumos externos", ejemplifica.
"Otra cosa que discutimos en el artículo es que tal vez en algunos casos tengamos que intentar aumentar la producción, pero tal vez en otros no, porque ya estamos en los niveles de productividad que son los alcanzables para nuestras condiciones y formas de producción. En esos casos lo que tenemos que reducir es el uso de insumos y el cambio por productos menos dañinos, para que a mediano o largo plazo el propio sistema sea capaz de seguir sosteniendo esos niveles de productividad recurriendo a menos insumos" suma Santiago. "Entonces sí hay que intensificar en algunos casos, pero en los que ya hay una buena producción, lo que tenemos que hacer es ecologizar", apunta Mariana. Los caminos son varios.
Cuadrantes
El trabajo se resume con un gráfico muy elocuente. Todos los predios y cultivos arrojaron distintos niveles de rendimiento, por lo que trazaron un eje (el de la y) que iba desde el bajo rendimiento al alto. Por otro lado, en el otro eje colocaron el bajo o alto uso de pesticidas y fertilizantes. Al arrojar los datos de su investigación en este gráfico, lo que se observa es llamativo: los puntos se esparcen casi indistintamente entre los cuatro cuadrantes (el cuadrante de los bajos insumos y bajo rendimiento, el de bajo insumo y alto rendimiento, el de alto uso de insumos y alto rendimiento, y el de alto uso de insumos y bajo rendimiento). Por ello afirman que "hay una relación inexistente o débil entre el uso de insumos y el rendimiento de los cultivos".
En el gráfico proponen entonces distintas estrategias para cada uno de los cuadrantes. Los productores que tienen alto rendimiento y bajo uso de insumos (17% de los establecimientos) no precisan enloquecerse: ya están más o menos donde todos quisieran estar. Para los que obtienen buen rendimiento pero usan muchos insumos (27% de los establecimientos), el camino es la ecologización, es decir, mejorar sus prácticas para depender menos de productos externos que, como es notorio, causan problemas. Para aquellos que ya usan pocos pesticidas y fertilizantes pero obtienen bajo rendimiento (40% de los establecimientos), el camino es la intensificación: pueden y deben (si quieren) rendir más, pero sabiendo que esa intensificación no la lograrán aumentando los insumos. El mayor trabajo lo deben hacer quienes usan muchos insumos y a la vez obtienen bajo rendimiento. Para este grupo, que abarca a 16% de los establecimientos, el camino es la suma de ambos caminos: la intensificación ecológica.
"Si queremos pensar en trayectorias y estrategias, tenemos que saber bien dónde estamos parados", comenta Dogliotti. "Hoy la base de la producción de alimentos hortícolas son productores familiares que están insertos en un sistema de producción tradicional. Por eso nos interesa trabajar con la base productiva actual, porque son estos productores los que en un futuro van a tener que producir de otra forma. Y si bien todos decimos que la producción hortícola utiliza muchos pesticidas y fertilizantes, hasta ahora no estaba cuantificado ese uso de forma objetiva, mucho menos si eso incidía en los rendimientos", agrega.
Demasiado
Los números para los pesticidas, como vimos, son impactantes. 21 kilos de principio activo por hectárea por ciclo productivo (que por lo general son de algunos meses), en unas 20 aplicaciones en el caso del tomate y la frutilla. En el caso de los fertilizantes, el tomate de ciclo largo asusta con 1.127 kilos de nutrientes por hectárea por ciclo productivo, seguido por la frutilla (376 kilos), la cebolla (222 kilos de fertilizantes por hectárea) y el boniato (88 kilos por hectárea por ciclo productivo). En el artículo, tras hablar de "ineficiencias y uso excesivo de insumos", señalan que "no hubo una justificación agronómica para el uso de insumos".
"Cuando vimos estos resultados nos llamó la atención la gran cantidad del número de aplicaciones y de kilos de pesticidas y fertilizantes que se están utilizando", dice aún sorprendida Scarlato. "Donde más pesticidas se utilizan es en el tomate y la frutilla, pero además hay otro dato preocupante, ya que cuando más se usan es en el período de fructificación y maduración de los frutos, que es el período en el que se cosechan y se consumen", agrega. Gulp. No estamos hablando de soja que se exportará para engordar chanchos en China, sino que se trata de tomates y frutillas que van a parar a nuestras mesas y que consumimos sin pelar.
"El trabajo entonces buscaba ratificar y poner números sobre un conocimiento existente a nivel intuitivo, que casi era vox populi, y confirmamos que hay realmente un abuso, un uso excesivo de pesticidas y fertilizantes", dice Scarlato.
Tanto en el caso de los pesticidas como de los fertilizantes se encontraron con algo que debiera preocupar. "La fertilización se aconseja cuando así lo demanda tanto el stock del suelo o cuando lo requieren los cultivos. En este trabajo encontramos que los fertilizantes no se aplican ni porque lo requiera el suelo ni por los requerimientos de cada cultivo en particular", dice Scarlato. "Hoy los suelos hortícolas de esa zona tienen niveles de fósforo de más de 100 partes por millón, cuando para que las plantas tengan lo que necesitan no se necesita más de 60 partes por millón. Sin embargo, se sigue aplicando fósforo", ejemplifica.
"Tendríamos que investigar bien qué hay detrás de esas prácticas. Pero el análisis de suelos como una práctica normal no existe. Se hace de forma muy aleatoria y no sistemática. Por otro lado, ese fertilizar por las dudas, ese poner fertilizantes para asegurarte es cultural. Eso es muy claro con el uso de fósforo en horticultura. Se aplica en cantidades que están muy por encima de los niveles de respuesta de las plantas. La situación de los invernaderos ya es casi disparatada, pero también sucede en los cultivos de campo" relata Dogliotti.
El problema de fertilizar sin saber qué hay en el suelo también presenta otra cara: a veces sí hay nutrientes que, tras años de cultivos, escasean en el suelo. "Muchas veces tenemos un problema de minería de nutrientes", dice Dogliotti. "Hay nutrientes del suelo que se están perdiendo porque se están exportando a los rendimientos de los cultivos y no se reponen. Eso también, a largo plazo, genera un problema de sostenibilidad. Tenemos problemas por acumulación y exceso de nutrientes, y posibilidad de contaminación por arrastre de esos nutrientes a los cursos de agua y todos los problemas asociados, y por otro lado tenemos el problema de que los predios se están quedando cada vez con un stock menor de nutrientes, y eso se va a terminar pagando más adelante. El suelo no es un barril sin fondo del que vamos a poder seguir sacando eternamente todo lo que queremos", reflexiona.
Analizar qué hay en el suelo y qué necesita cada cultivo es un gran primer paso para ver qué nutrientes se deben agregan a los campos, si es que debe recurrirse a alguno. Pero ese mismo desacople entre lo que se necesitaría y lo que se hace también se da con los pesticidas. "Hay una práctica que técnicamente no se recomienda pero que está muy generalizada, que es la aplicación calendario de pesticidas", dispara Dogliotti. "Hay productores que tienen la rutina de aplicar productos para las enfermedades más comunes, por ejemplo cada diez días, para estar prevenidos. Eso se hace de forma automática, sin importar cuáles son las condiciones ambientales, sin importar en qué momento del cultivo se está. Ahí, sin hacer una agronomía muy revolucionaria, hay un gran espacio para mejorar", propone.
Cambio de paradigma
El trabajo muestra, si se quiere, hasta qué punto hemos sido engañados. La revolución verde nos marchitó. "El origen de todo eso es en realidad la necesidad de hace 40 o 50 años de comenzar a simplificar los sistemas porque había que aumentar las escalas de producción y aumentar la eficiencia del uso de la mano de obra y recurrir a la mecanización. Todo eso es lo que termina generando la necesidad de pesticidas. Luego eso se retroalimenta. Si tu estrategia cuando perdés los servicios ecosistémicos es sustituirlos por otro insumo, vas reforzando ese camino que no tiene fin", conjetura Santiago. El tema lo lleva a mirar el pasado.
"Cuando estudié agronomía a fines de los 80 y principios de los 90, el glifosato recién empezaba a ser el producto milagroso que se proponía. En ese entonces se aplicaba glifosato y no quedaba nada. Ahora uno puede echar cantidades importantes, dosis que son el cuádruple de las que se recomendaban cuando yo era estudiante, y todavía quedan malezas que no se mueren. Eso va pasando con todos los pesticidas. Si esa es la única estrategia, no funciona y ya se sabe que no va a funcionar".
"Cambiar un producto por otro, sin cambiar nada más, es una trampa", afirma Dogliotti. "Hay quien sostiene que eso se puede hacer, que la ciencia y la tecnología siempre van a estar un paso adelante y que siempre van a encontrar soluciones para cualquier problema. En realidad, en este caso de los pesticidas lo que hace la ciencia es generar un problema mayor que el que se pretendió solucionar. Son cuestiones filosóficas de cómo la ciencia debe actuar y de cómo se debe desarrollar la tecnología. En el fondo de la discusión actual está eso. Hay quienes, por suerte, sostienen que hay que hacer un cambio de paradigma y que es necesario empezar a buscar alternativas para sostener la producción de alimentos. La manera en la que producimos alimentos actualmente es absolutamente inviable", reflexiona Dogliotti.
"Esa lógica de que a cada problema que aparece le pegamos con un producto nuevo distinto, aun con un producto menos tóxico, es una lógica que tiene patas muy cortas y que lo único que hace es beneficiar sobre todo a quienes terminan patentando o generando esas tecnologías nuevas. Esa lógica no genera autosuficiencia de los productores, al contrario, les genera cada vez más dependencia no sólo a ellos, sino también a los países, porque son tecnologías que se desarrollan en otro lugar. Por otro lado, en vez de diversificación generan homogenización del sistema alimentario", prosigue Santiago. "Entonces, si uno sale del predio en sí mismo y lo mira con una perspectiva mayor, de la sociedad, de estrategias de desarrollo, de salud, del ambiente, también empezás a encontrar argumentos para justificar un cambio de paradigma".
Verde esperanza
El mundo está mal. Lo sabemos. Pero el trabajo, como dijimos, da esperanza verdadera y contagiosa. "La mala noticia es que se usa mucho pesticida, y en la mayoría de los casos se usa mal, sin necesidad, pero por otro lado hay muchos productores, que ponemos en la misma bolsa de los 'productores convencionales', que en realidad usan mucho menos pesticidas y tienen muy buenas producciones. El trabajo de alguna forma deja ver que hay un espacio muy grande para mejorar, no todo está perdido", dice Dogliotti.
Esa es otra virtud de este artículo fascinante. No es que teóricamente digan que se puede bajar el uso de fertilizantes y pesticidas. En nuestro Uruguay hortícola del sur de hoy ya hay productores convencionales que lo hacen sin perder rendimiento. Están acá, entre nosotros. Son casos que podrían fomentarse y replicarse. No es un sueño loco producir más dañando menos el ambiente y dependiendo menos de las empresas que venden agroquímicos. Ya sucede hoy, aquí, ahora.
"Eso es así. En nuestro trabajo vemos que las mejores llegadas se dan en diálogos de productor a productor, en intercambio entre pares. El saber quiénes son y dónde están los que producen de determinadas formas, nos permite en el futuro próximo poder trabajar con ellos, ya sea como casos de estudio como para compartir las experiencias y mostrar que es posible", dice enfática Scarlato.
"En el imaginario está la idea de que los productores que tienen más recursos, que tienen más escala, tienen mejores resultados que otros con menos recursos y menos escala. Una cosa interesante de este trabajo es que muestra que eso no es así, al menos en la horticultura en Uruguay en este momento. Como dice el artículo, hay que encontrar cuáles son las vías de cambio que se adaptan mejor a cada caso", agrega para dar más optimismo Dogliotti. "Tenemos ejemplos que si bien no son perfectos, muestran que hay un camino que se puede seguir, que hay gente que está mucho más adelantada que otra. Y esa gente que está adelantada en el camino nos sirve no sólo para estudiar, sino para sacar aprendizajes para transferir a otros y para buscar seguir mejorando, ya que esos son desafíos para la investigación", agrega.
El trabajo tiene lo fabuloso de mostrar una situación. No importa si uno piensa que la salida es por la agroecología o la intensificación sostenible o si seguimos como venimos. Fertilizar y aplicar más plaguicidas no está relacionado con mejor rendimiento de los cultivos. Lo que sí inciden son mejores manejos del cultivo, del predio, del suelo y de la biodiversidad que hay tanto en él como arriba.
"No hay ningún productor que no quiera tener mejores ingresos, trabajar menos, de una manera más cómoda, más saludable y con menor impacto ambiental. No hay ningún productor que quiera dañar el ambiente. Eso no existe. Todos quieren mejorar esos aspectos", dice Dogliotti con la seguridad del que conoce a los productores. "El problema es que a veces no creen poder, no saben cómo, y están lógicamente nerviosos por poder mantener sus ingresos. No se trata de productores que se quieren enriquecer a cualquier costo, en su mayoría son productores familiares que están tratando de asegurar un ingreso y cierta comodidad para sus núcleos familiares. El tema es que no ven cómo hacerlo sin provocar impacto ambiental o cómo hacerlo mejor. Ese es nuestro desafío: mostrar que eso es posible, y buscar para cada caso particular cuáles son los caminos", afirma.
"No sólo podemos mostrar que es posible. La ventaja de estudiar lo que te rodea es que la realidad te muestra que esa idea de que se necesita usar todo este paquete de fertilizantes y pesticidas para producir no es así. Lo primero entonces es convencernos de que todo eso que pensamos que necesitamos, en realidad no lo necesitás", remata Mariana. "No es porque lo digamos nosotros. Tenemos colegas de ellos que les pueden mostrar que es así. No es una cuestión teórica. Podemos mostrar productores como ellos que están obteniendo muy buenos resultados haciendo las cosas de forma distinta".
La ciencia ayuda a describir el mundo y entender sus complejidades. Pero así como los sueños que tenemos durante la noche se conectan con la información que recibimos durante el día y durante el propio sueño, aquí también la ciencia sirve para catapultarnos a imaginar otros futuros. Este artículo nos muestra que para soñar con un mañana más natural y sostenible podemos mirar científicamente el presente. Entonces resta animarnos a dar el salto.
Artículo: "Ample room for reducing agrochemical inputs without productivity loss: The case of vegetable production in Uruguay"
Publicación: Science of the Total Environment (diciembre de 2021)
Autores: Mariana Scarlato, Santiago Dogliotti, Félix Bianchi, Walter Rossing.
Fuente: La Diaria
Temas: Agrotóxicos, Ciencia y conocimiento crítico
BioFuente: https://www.biodiversidadla.org/Recomendamos/Investigacion-muestra-que-es-falso-que-cuanto-mas-pesticidas-y-fertilizantes-se-apliquen-mejores-rendimientos-de-cultivos-horticolas-se-obtienen
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«El 'capitalismo caníbal' está en nuestro horizonte»
Nancy Fraser (Entrevista de Martín Mosquera)
16 enero, 2022 Editor 0 Comentarios Capitalismo, Crisis Climática, Crisis económica, Martín Mosquera, Nancy Fraser, Neoliberalismo
Según Nancy Fraser, enfrentamos a varias crisis a la vez: en la economía, en la reproducción social, en el medio ambiente y en la política. Sin una intervención drástica, podemos acabar con un «capitalismo caníbal».
Jacobin América Latina conversa con la destacada teórica norteamericana Nancy Fraser sobre la crisis ecológica, la estrategia socialista y mucho, mucho más…
Durante décadas, la teórica estadounidense Nancy Fraser ha aportado a la izquierda algunas de sus ideas más potentes. Por momentos, estas ideas son de corte claramente políticas, como cuando Fraser reclama que el feminismo corte sus vínculos con la élite económica y adopte una política de clase que pueda atacar la opresión desde sus raíces. En otras ocasiones, son conceptos poderosamente teóricos, como cuando Fraser analiza la interacción entre el capitalismo y las «condiciones de fondo» de las que depende el capitalismo y que no puede subordinar completamente.
En sus últimos trabajos, Fraser aboga por una síntesis entre lo práctico y lo teórico, con el fin de evitar el desastre que se avecina y que ella denomina, en su próximo libro, «capitalismo caníbal»: la perspectiva de que el capitalismo, al invadir todas las esferas de la vida, pueda destruir sus condiciones de supervivencia y, lo que es más importante, las nuestras.
Martín Mosquera de Jacobin América Latina habló con Fraser sobre los escenarios futuros que se vislumbran en el horizonte si no actuamos decisivamente para socavar el poder del capital y sobre los retos que implica construir un frente común de lucha política.
Martín Mosquera.- Tus trabajos más recientes desarrollan un «concepto ampliado de capitalismo». Se trata de cuestionar la definición tradicional que se concentra de manera estrecha en el capitalismo como sistema económico, ¿es así?
Nancy Fraser.- Efectivamente, la concepción ampliada del capitalismo es un intento de abandonar las interpretaciones inadecuadas y burdas de cierto marxismo que piensa en términos de base y superestructura, es decir, que afirma que el fundamento real de la sociedad es el sistema económico y que todo lo demás es una superestructura. En ese modelo, la causalidad fluye de manera unidireccional desde la base económica hacia la superestructura jurídico-política. En cambio, si hablamos de la relación entre el subsistema económico de la sociedad capitalista y las condiciones de posibilidad que constituyen su trasfondo necesario, la imagen de la base y la superestructura se complica. Afirmar que algo es una condición necesaria de la economía implica que las actividades que hacen al funcionamiento del sistema económico capitalista —la producción de mercancías, la posibilidad de venderlas para obtener ganancias y acumular capital, la compra de la fuerza de trabajo y su utilización— no pueden desarrollarse a menos que otros elementos, que a veces se piensa que están fuera de la economía, se encuentren en su debido lugar.
En este sentido, por ejemplo, son necesarias las relaciones de parentesco que organizan los nacimientos, el cuidado, la socialización y la educación de las nuevas generaciones, que reponen la fuerza de los trabajadores adultos que deben alimentarse, bañarse, vestirse y descansar para poder retornar a sus trabajos al día siguiente. Creo que este es un argumento que los lectores de Jacobin conocen bien y que fue desarrollado en detalle por las feministas que trabajan en el marco de esa variante del feminismo marxista que se denomina Teoría de la Reproducción Social. Si tomamos el ejemplo de la reproducción social, percibimos inmediatamente que, de no realizarse adecuadamente esta condición de fondo, se estropea la producción. Esto implica que las posibilidades de acumular capital por medio del sistema económico están limitadas por algunos rasgos de las relaciones de parentesco, como las tasas de nacimiento o las tasas de mortalidad. Por lo tanto, las condiciones de fondo tienen consecuencias importantes sobre todo el proceso. De esta manera, podemos construir una imagen más compleja de la causalidad.
Podríamos decir algo similar de las condiciones de fondo denominadas «naturales» o «ecológicas»: la producción capitalista y la acumulación de capital suponen que todas las cosas materiales que necesita el sistema están disponibles sin reservas y desde siempre en la naturaleza, que basta con elaborarlas en el proceso de producción. Pero las materias primas, las fuentes de energía y la posibilidad de eliminar los residuos —todas condiciones de fondo indispensables— no son necesariamente ilimitadas. Al mismo tiempo, está claro que las fallas en los ecosistemas esenciales (por ejemplo, el agotamiento de las fuentes de energía o la contaminación excesiva) también pueden estropear las industrias. El Covid-19 que, al menos en un nivel, es resultado de una disfunción ecológica, nos brinda en este momento un ejemplo particularmente interesante de todo esto. Se trata de un derrame zoonótico, es decir, de la transmisión de un virus que, a través de algunas especies intermedias —probablemente los pangolines—, pasa de los murciélagos a los seres humanos y hace que todo el sistema económico se contraiga y cierre por la fuerza. En este sentido, podemos decir que el Covid-19 es un excelente ejemplo de una causalidad que avanza en la dirección contraria a la del esquema de la base y la superestructura.
MM.- Quisiera saber algo más sobre el lugar que ocupa el subsistema económico en tu teoría. En tus términos, el capitalismo no es un sistema económico autónomo porque depende de «condiciones de fondo» que, en algún sentido, son parcialmente externas. Surgió el ejemplo de la naturaleza. Pero aun si todas estas esferas son relativamente autónomas, son «condiciones de fondo» del subsistema económico, el «primer plano» del capitalismo. ¿No continua siendo el subsistema económico, en tu enfoque, el elemento predominante, para decirlo de algún modo, «en última instancia»?
NF.- Sí, efectivamente hay algo específico en la economía que le otorga un vigor causal particular, una fuerza real y una gran importancia: el imperativo de acumular y expandirse. Sabemos que la economía capitalista no se trata de individuos que ganan dinero y luego se tiran a descansar y a consumir lo que compraron en hogares lujosos. El capitalismo conlleva el imperativo de la reinversión continua, que genera cada vez más plusvalor, más ganancias y más capital. En las sociedades capitalistas, se trata de una fuerza realmente dinámica que históricamente dispuso del poder causal para torcer —en mayor o en menor medida— ciertas condiciones externas a voluntad del capital. No es un poder absoluto. Siempre corre el riesgo de retroceder frente a lo que recién mencionaste, de forma adecuada, como «esferas relativamente autónomas»: la naturaleza tiene sus propios tiempos y obedece a un tipo de reproducción que, a la larga, cae por fuera del control capitalista.
De todas formas, la dinámica capitalista es una compulsión bruta y ciega que está fuertemente anclada en el sistema y es mucho más poderosa que la voluntad de los seres humanos individuales que personifican al capital, lo poseen y realizan su voluntad. El impulso es tan poderoso que, en algunos casos, es capaz de modificar las condiciones de fondo. Aunque probablemente siempre encontrará un límite. Lo que intento decir es que Marx y la mayoría de los marxistas tienen razón cuando insisten en el poder y en la fuerza transformadora que conlleva la dinámica de la acumulación. Aun así, no creo que esto necesariamente se traduzca a la imagen causal de la base y la superestructura. Existen toda clase de presiones porque las denominadas «condiciones de fondo» tienen una gramática de reproducción propia y valores normativos que influencian las decisiones de la gente.
MM.- Me gustaría centrarme ahora en tu concepto de «luchas de frontera». Se trata de las luchas por definir los límites entre la economía y la sociedad, la producción y la reproducción, etc., es decir, entre el «primer plano» y sus «condiciones de fondo». En algún punto, parecería que estas luchas de frontera son sinónimos de la lucha de clases. Al abordar las luchas sociales de esta forma, ¿no existe el riesgo de extraviar la especificidad de la lucha de clases? Si volvemos a leer tu respuesta a Butler en la New Left Review, podríamos preguntarnos si la Nancy Fraser de 2021 corrige a la Nancy Fraser de 1998. Te cito:
Butler pretende llegar a la conclusión de que las luchas de liberación sexual son económicas, pero esta conclusión se vuelve tautológica. Si las luchas en torno a la sexualidad son económicas por definición, entonces no son económicas en el mismo sentido en el que lo son las luchas en torno a la tasa de explotación. Llamar «económicas» a ambos tipos de lucha supone arriesgarse a hacer colapsar las diferencias, generando la falsa impresión de que entran en sinergia de manera automática y anulando nuestra capacidad de plantear y responder a cuestiones políticas complicadas, pero acuciantes, relativas a cómo hacerlas entrar en sinergia aunque, de hecho, sean divergentes o estén en conflicto.
NF.- En realidad, no. Creo que descubrí que podía expresar mejor lo que quería decir sirviéndome de otra terminología. Pienso que existen dos estrategias. Históricamente, al menos en el marxismo tradicional y en los principales movimientos obreros y socialistas, hubo una tendencia a pensar las luchas de clase en un sentido estrecho, como luchas en el campo de la producción que se desarrollan a partir de disputas por la tasa y la distribución del plusvalor que se extrae a los trabajadores asalariados por medio de la explotación en las fábricas. Y luego sí, por supuesto, se supone que esas luchas deben expandirse más allá de las puertas de la fábrica, desarrollar una dimensión política y asumir otras reivindicaciones más lejanas. Pero sigo pensando que, en general, esta imagen de la lucha de clases como algo esencialmente relacionado con el trabajo asalariado en entornos industriales es una imagen muy poderosa.
Esa imagen ha llevado a mucha gente a intentar argumentar contra lo que Mouffe y Laclau llaman «esencialismo de clase». Estas personas argumentan que las luchas de clases no son las únicas que existen en las sociedades capitalistas y que no tienen la potestad absoluta para definir qué es una reivindicación justa o qué sería una sociedad justa. No tienen el monopolio sobre los nombres de la opresión y la injusticia. Y, de hecho, a lo largo de la historia, las sociedades capitalistas han sido espacios en los que se desarrollaron luchas enormes alrededor de la esclavitud y el trabajo forzado, el género y múltiples ejes de opresión y dominación. Entonces, una estrategia consiste en decir: «Bien, las luchas de clases son esta cosa específica y, por lo tanto, debemos reconocer las luchas que no son luchas de clases, que son otra cosa».
Sin embargo, desde otra perspectiva, podríamos decir que el problema es la definición estrecha de lo que es una lucha de clases. Si analizamos la cuestión de una manera más sofisticada y con más detalle (y creo que esto es lo que quise decir cuando discutí con Butler) podemos afirmar que las otras también son luchas de clases, pero en un sentido diferente. Esto nos lleva de vuelta al inicio de nuestra conversación, cuando hacías referencia a mi idea de un concepto ampliado del capitalismo. En la medida en que el capitalismo no es solo una economía, la clase no se define únicamente en el campo de la producción. Si comprendemos al capitalismo como una realidad que abarca todas estas condiciones de fondo, necesarias para que funcionen los sitios especializados en los que se acumula plusvalor a costa de la explotación del trabajo asalariado, comprendemos también que la reproducción social es un componente esencial del sistema y de la forma en la que sus partes encastran unas con otras. Si decimos lo mismo sobre la naturaleza, sobre los bienes públicos y las capacidades regulatorias, sobre las formas legales que consideramos políticas, si todo esto también es esencial, entonces podría darse el caso de que las luchas que se generan alrededor de estas realidades también sean luchas anticapitalistas, o al menos luchas en torno a componentes esenciales del sistema capitalista. También podemos decir que, si logran conjugarse de forma adecuada —y no siempre sucede así— estas luchas pueden ser comprendidas como luchas de clases.
A lo largo de la historia, las luchas alrededor de la reproducción social formaron parte de la lucha de clases. Esto es lo que está detrás de la poderosa reivindicación de un salario familiar defendida por el movimiento obrero. Se trata a la vez de una lucha por las condiciones de trabajo —en términos literales— y una lucha por las condiciones de la reproducción social y las actividades del hogar. Resultó ser una solución que no siempre favoreció a las mujeres ni a esas porciones de la clase trabajadora a las que no se consideraba idóneas para un salario familiar. Pero podemos percibir que rápidamente, dependiendo de cómo hablemos sobre la lucha clases, las cosas pueden volverse muy complicadas.
Pienso que en términos intelectuales, la mejor solución es redefinir la clase y la lucha de clases de una manera más amplia. Pero, al mismo tiempo, debemos tener mucho cuidado a la hora de precisar lo que significa que estas luchas sean luchas de clases. Lo digo teniendo en mente una cuestión en particular: ¿cuál es la mejor manera de promover el tipo de alianzas amplias que necesitamos para enfrentar a los enormes poderes, profundamente arraigados, contra los que debemos luchar y a los que debemos desarmar? A primera vista, afirmar que se trata de luchas de clases parece abrir el campo de lo posible: estamos todos juntos y enfrentamos el mismo enemigo. Todos somos parte del mismo proyecto. Por otro lado, hay gente que suele interpretar este tipo de lenguaje en términos de disputa: «Tratan de hegemonizar nuestra lucha y niegan su especificidad».
Si adoptamos una concepción ampliada del capitalismo y, por lo tanto, de la lucha de clases y de las luchas anticapitalistas, tenemos la obligación de definir con mucha precisión los motivos por los que estas luchas no armonizan inmediatamente. Pero esa es una tarea que compete a la política y, en efecto, una tarea difícil.
Por cierto, para explicar las luchas de frontera, suelo referirme a la perspectiva de Karl Polanyi. Sin utilizar el término, Polanyi estaba muy interesado en las luchas de frontera entre lo que denominaba el mercado autorregulado —podríamos decir, simplemente, la economía— y la sociedad. Este enfoque también enfrenta múltiples problemas sobre los cuales no voy a explayarme en este caso, pero lo interesante y fructífero es la idea de que la lucha no se desarrolla simplemente alrededor de la distribución del plusvalor. Se desarrolla más bien en torno a aquellos elementos que definirán la gramática de la vida. En una comunidad determinada, ¿se le dará carta blanca al capital o no? Esto suscita preguntas muy profundas sobre el poder y sobre quienes disponen del poder para moldear la gramática de la vida de una sociedad. Todas estas son cuestiones que, en las sociedades capitalistas, se eliminan subrepticiamente de la agenda política y se le delegan sin nuestro consentimiento al capital y a quienes se encargan de la acumulación de capital.
Hablar de las luchas de fronteras en este sentido nos acerca a la pregunta que planteas. No es solo una cuestión de distribución, sino de la gramática de la vida social. La clase tiende a hacernos pensar que se trata de «quién gana cuánto» y esto no es del todo adecuado. Lo que digo también suena un poco populista. La noción de luchas de fronteras nos indica que hay un problema fundamental a la hora de trazar la línea que separa a la sociedad de la naturaleza, y esto nos lleva de nuevo al coronavirus y al derrame zoonótico. Estas cuestiones se volvieron ineludibles en la actualidad y creo que la situación actual debería bastar para dejar atrás cualquier tipo de ingenuidad al respecto.
No es solo que las luchas de frontera sean una alternativa a las luchas de clases. Es que las luchas de clases a veces toman la forma de luchas de frontera y las luchas de frontera —cuando son bien conducidas— a veces toman la forma de luchas de clases.
Se plantean problemas muy serios cuando se piensa en la relación entre el trabajo remunerado —que asumo que existirá, de alguna manera, en una sociedad socialista— y las otras actividades que realizamos en nuestras comunidades, las relaciones familiares, la crianza de los niños, etc. Estos problemas no desaparecerán y son precisamente a los que me refiero cuando hablo de luchas de frontera. Es probable que, en el momento en que nos involucramos en estas luchas, los intereses no estén del todo claros. Como socialista democrática, asumo que en una sociedad socialista deberá haber algún tipo de mercado. No creo que podamos seguir hablando de economías planificadas. Pero los problemas se plantean cuando nos preguntamos cuáles son las fronteras legítimas en el marco de las cuales deben funcionar los mercados o qué cosas es legítimo comprar y vender. Pienso que hablar de luchas de frontera implica asumir que debemos disputar todo esto en las sociedades capitalistas. No es solo que las luchas de frontera sean una alternativa a las luchas de clases. Es que las luchas de clases a veces toman la forma de luchas de frontera y las luchas de frontera —cuando son bien conducidas— a veces toman la forma de luchas de clases.
MM.- En tu conversación con Rahel Jaeggi rechazaste la idea de un capitalismo «posracista» o «postsexista», pero en «¿Es el capitalismo necesariamente racista?», tu conclusión es que tal vez nos dirigimos hacia una forma de acumulación capitalista en la que se diluirá «la base estructural del racismo», porque ya no se separará tajantemente la expropiación (que fundamentaba la opresión racista) de la explotación. ¿Podríamos decir lo mismo de la reproducción social y el patriarcado?
No planteo esta cuestión para embarcarnos en «experimentos mentales» sobre una eventual forma del capitalismo «indiferente al género», sino más bien para evaluar el significado y el estatus de los avances del movimiento feminista. Empujados por las luchas feministas, ¿asistimos a una despatriarcalización parcial del capitalismo?
NF.- Personalmente, evito usar el término patriarcado porque tiene un sentido técnico que remite al dominio de hombres mayores y a una idea de dependencia que incluye tanto a hombres como a mujeres. Prefiero hablar de las formas específicamente capitalistas de dominación masculina. Y creo que estas formas de dominación remiten a algo que —hasta donde alcanza mi entendimiento— es específico de las sociedades capitalistas en tanto se oponen a las sociedades precapitalistas. Lo que es específico en las sociedades capitalistas es la diferenciación aguda entre la producción de mercancías, que se apoya en el trabajo asalariado y en la acumulación de capital, y la reproducción social, que se apoya en gran medida en el trabajo no asalariado de la familia y de ciertos miembros de las comunidades, especialmente las mujeres. Creo que la separación de estas dos funciones esenciales de la sociedad en función del género es específica del capitalismo, y si hay un eje estructural de las formas de dominación masculina, es ese.
Ahora bien, diría que no es posible superar completamente la dominación masculina sin modificar esa separación. Debemos imaginarnos de una forma completamente nueva la relación entre la producción y la reproducción, una forma que haga que sean mucho más porosas la una a la otra. Lo cierto es que estas esferas no pueden diferenciarse de manera categórica, tanto en términos de su relación con la acumulación de capital como en términos de las formas en las que se relacionan con el género. Es como el cambio climático y la idea de que en realidad la descarbonización es imposible. No se puede construir una sociedad sustentable sin descarbonizar. No se puede tener una sociedad realmente justa en términos de género sin meterse con esa división. En algún sentido, se trata de argumentos paralelos. Y agregaría que allí donde la raza está en juego, es imposible alcanzar la justicia racial sin meterse con la distinción entre explotación y expropiación, trabajo libre y trabajo injusto o forzado, que creo que es el fundamento de la cuestión racial.
Los movimientos feministas que, a falta de una palabra más adecuada, podemos definir como anticapitalistas, se encuentran entre la espada y la pared. Es necesario luchar contra el feminismo liberal y contra los sectores que defienden la «familia tradicional» a la vez.
Pero también agregaría lo que Hester Eisenstein denomina «relaciones peligrosas» entre el feminismo —o las formas del feminismo burgués liberal— y el capitalismo, que tiene que ver con el hecho de que muchas fuerzas que promueven el capitalismo también quieren desmontar estas relaciones tradicionales de género, estas jerarquías tradicionales que pueden representar en sí mismas obstáculos a la mercantilización, la capitalización y la financierización de las cosas a gran escala. Si no percibimos esto, seguiremos imaginando al capitalismo como un sistema conservador, aristocrático y paternalista. Este es también el motivo por el cual existe una extraña hostilidad entre las élites liberales (que incluyen a la feministas liberales, Wall Street, Hollywood, Silicon Valley y todos los sitios en los que existe un capitalismo neoliberal progresista) y las comunidades evangélicas y aquellos sectores de lo que podríamos denominar el «mundo de Donald Trump», que están a favor de la familia tradicional.
Tenemos ahora una nueva jueza en la Corte Suprema de los Estados Unidos que representa esto a la perfección. Es la antítesis de Hillary Clinton. Estas dos figuras icónicas representan la oposición entre el feminismo liberal de Wall Street y los valores de la familia tradicional. Frente a esta situación, los movimientos feministas que, a falta de una palabra más adecuada, podemos definir como anticapitalistas, se encuentran entre la espada y la pared. Es necesario luchar contra ambos a la vez.
MM.- Como mencionaste, la crisis del Covid-19 es un ejemplo impresionante de cómo las externalidades interactúan con el capitalismo de manera compleja y pueden conducir al tipo de crisis capitalistas que defines como «multidimensionales». En otra parte también afirmaste que, al menos desde 2008, la etapa actual de capitalismo financiarizado y neoliberal atraviesa una crisis —tal vez terminal— que podría implicar eventualmente el desplazamiento hacia una forma diferente de acumulación capitalista. ¿Qué se puede decir de la crisis actual?
NF.- Me gustaría señalar algunos elementos en la forma en que planteas la pregunta. Uno es que debemos distinguir entre crisis sectoriales y crisis generales. Una crisis sectorial implica que, en un régimen capitalista de acumulación o en una fase de desarrollo capitalista, un área importante empieza a ser disfuncional, enfrenta algún obstáculo insuperable, desestabiliza el sistema, etc. Solemos pensar las crisis económicas de esta manera. Los historiadores pueden brindar ejemplos de estas crisis en una esfera o sector de la sociedad, en este caso, la economía.
No es lo mismo que una crisis general de todo el orden social. Los historiadores también utilizan este concepto de crisis general: una suerte de sobredeterminación de obstáculos y disfuncionalidades. De hecho, creo que esto es lo que estamos viviendo en este momento. Es verdad que vivimos formas periódicas de crisis económica, como la de 2007-2008, que estuvo a punto de convertirse en un colapso financiero, aunque al parecer nuestros gobernantes encontraron la forma de resolver el problema. Pero pienso que ahora podemos comprender que este impulso hacia la financierización es una bomba de tiempo que está siempre a punto de explotar y que, en este sentido, la crisis no se resolvió.
Al mismo tiempo, tenemos el problema del calentamiento global y una crisis ecológica muy grave, tal vez catastrófica, que se estuvo gestando durante mucho tiempo y que ahora se volvió evidente. Cada vez más sectores de la población mundial, incluso aquellos que lograron mantenerse relativamente aislados de los efectos más nocivos, están empezando a comprender la magnitud de la crisis. También tenemos una crisis de la reproducción social, es decir, de todas aquellas actividades esenciales vinculadas al nacimiento y el cuidado de los seres humanos, que no siempre están directamente mercantilizadas: educación, salud, trabajo doméstico, trabajo de cuidados, etc. Este sector también está en crisis. Es muy interesante observar el activismo que se genera en torno a estos sectores, que en algunos casos albergan más actividad sindical que ciertas áreas de la industria.
Hasta aquí tenemos una crisis de la reproducción social y una crisis ecológica. Pero creo que también atravesamos una grave crisis política. Y la elección de Joe Biden en los Estados Unidos está lejos de ser una solución. Se trata en parte de una crisis de gobierno, con lo cual me refiero a que incluso los países más poderosos, como Estados Unidos, carecen en este momento de la capacidad de gestión para resolver los problemas que enfrentan. El poder corporativo los supera. Son incapaces de lidiar con una cuestión como el cambio climático, que no es susceptible de ser contenida en los límites de una frontera jurisdiccional. La crisis de gobierno se está desarrollando a nivel estructural.
Sin embargo, también hay una crisis de hegemonía en el sentido gramsciano, un abandono generalizado de la «normalidad» política. La gente se aleja de los partidos políticos tradicionales y de las élites asociados con (y habría que añadir: deslegitimados o mancillados por) las políticas neoliberales. Todos estos elementos se suman y resultan en una crisis general. Una buena metáfora para pensar la crisis es la metástasis: es posible forzar a un cáncer que surge en un lugar determinado a retroceder, pero luego puede irrumpir en otro lugar. En nuestro caso, puede tratarse tanto de un lugar geográfico como de uno sectorial. Pienso que esta crisis se está volviendo palpable y evidente para mucha gente. Sin embargo, esto no significa que nos estemos acercando a algún punto de colapso total o resolución revolucionaria que nos llevará a tomar el Palacio de Invierno o algo por el estilo. Desafortunadamente, las crisis pueden desarrollarse durante mucho tiempo.
Esta crisis se está volviendo palpable para mucha gente. Sin embargo, esto no significa que nos estemos acercando a algún punto de colapso total o resolución revolucionaria. Desafortunadamente, las crisis pueden desarrollarse durante mucho tiempo.
El hecho de que esta crisis sea particularmente aguda, multidimensional, sobredeterminada o metastásica no significa que podamos saber cuál será el resultado del juego ni cuándo se terminará. En la historia del capitalismo hubo crisis generales que se desarrollaron durante décadas. Podríamos decir que todo el siglo XX, hasta la derrota del fascismo y el final de la Segunda Guerra Mundial, fue solo el despliegue de la crisis general del capitalismo colonial liberal o de laissez faire. Tal vez quede un largo camino por andar.
MM.- Las previsiones son siempre difíciles, sobre todo ante grandes eventos todavía en desarrollo. Sin embargo, quisiera insistir: ¿se perciben tendencias hacia un nuevo modo de acumulación o, para ponerlo en tus términos, hacia una redefinición de «las fronteras» que dieron forma a la fase actual del capitalismo?
NF.- Diré algo sobre los escenarios posibles, pero quiero destacar que no son predicciones. En primer lugar, podemos imaginar que la crisis actual es lo que la Escuela de Binghamton denomina una «crisis de desarrollo», es decir, que no se trata de una crisis de época. Una crisis de desarrollo implica que lo que entra en crisis es un régimen específico de acumulación, una forma específica de organizar la naturaleza, la economía, la producción, la reproducción, la relación entre el Estado y el mercado, etc. Hay momentos en la historia del capitalismo en los que un régimen establecido y profundamente arraigado entra en crisis. Y la crisis se resuelve eventualmente mediante la restructuración del sistema: una nueva manera —en el marco del capitalismo— de organizar la producción y la reproducción.
Podríamos pensar en la socialdemocracia o en el New Deal, en el caso de Estados Unidos, como formas de reorganizar la relación entre la producción y la reproducción. Los Estados asumieron una responsabilidad mucho más explícita a la hora de garantizar cierto equilibrio social y se comprometieron en la financiación o en la organización de algunos trabajos de cuidado sociales y reproductivos. En teoría, podemos imaginar una analogía ecológica en la actualidad: las organizaciones intergubernamentales probablemente podrían asumir la responsabilidad de internalizar estas externalidades, en el sentido de someterlas a la gestión y la regulación para prevenir que se salgan de control, por decirlo de alguna forma, o evitar que se vuelvan en su contra. Una crisis que termina así no es una crisis del capitalismo en sí mismo, es decir, una crisis ética en la que el capitalismo mismo cede el paso a una forma de organización social no capitalista o poscapitalista. Habrá sido, en cambio, una crisis de desarrollo intrínseca al capitalismo, que hace que el capitalismo entre en una nueva fase de desarrollo.
Así sucedió a lo largo de toda la historia del capitalismo. Podríamos decir que nos sorprendieron su creatividad y su ingenio, su capacidad para encontrar nuevas maneras de reformarse a sí mismo. Estoy haciendo un juicio antropomórfico que en realidad debería evitar, porque son siempre actores sociales los que promueven estos proyectos de reforma y restructuración. Pero la idea de la crisis de desarrollo es esta: luego de un largo andar en la crisis —durante el cual se despliegan muchas luchas hegemónicas para conformar nuevos bloques históricos— se presenta una alternativa y gana suficiente apoyo. El resultado es una nueva forma de capitalismo. Esto es lo que intentó hacer la socialdemocracia a nivel del Estado nación: garantizar algunas de las condiciones de fondo para que el capital se mantuviera en funcionamiento y salvaguardar la dinámica de la acumulación como eje impulsor mientras gestionaba algunas cosas en los márgenes. Es como Ulises que se ata al mástil para impedirse a sí mismo destruir sus propias condiciones de posibilidad.
Digo esto porque hay otra alternativa, que implicaría un punto de inflexión de tal magnitud que no seríamos capaces de resolver la crisis por medio de una nueva forma de capitalismo. Por ejemplo, es probable que el calentamiento global represente algo más que los límites de un régimen específico. Tal vez el calentamiento global le plantee un límite al capitalismo en sí mismo. Por supuesto, no lo sabemos, o al menos yo no creo poder decidir si esto es así o no, porque la historia de la creatividad del capitalismo siempre me da que pensar. Si resulta que se trata de una crisis ética del capitalismo en tanto tal, entonces existen distintas posibilidades. Algunas deseables, como por ejemplo alguna forma de socialismo democrático mundial. De nuevo, es muy difícil describir exactamente cómo sería, pero de alguna manera desmontaría la dinámica de la acumulación, la ley del valor, etc. Y luego, en el otro extremo del espectro, tenemos toda una serie de resultados poscapitalistas o no capitalistas realmente terribles: escenarios dominados por caudillos militares autárquicos, guerras permanentes, regresión social o algún tipo de régimen mundial autoritario. Hay también, supongo, otra posibilidad, que es que la crisis no se resuelva, que simplemente se desarrolle una lenta canibalización de la sociedad humana, una especie de lento retroceso que nos devuelva a la mera lucha por la supervivencia.
Quiero volver a destacar que no estoy haciendo ninguna predicción. Pero creo que sería más justo decir, en los horizontes del presente, que los dos escenarios más alentadores giran en torno a un Green New Deal a nivel mundial en el marco del capitalismo o a alguna forma de socialismo democrático que vaya más allá del capitalismo. Tampoco estoy segura de si puede existir un Green New Deal a nivel mundial en el marco del capitalismo. Es probable que no sea posible alcanzar la reducción de carbono necesaria en los límites del capitalismo. En tal caso, esta alternativa no existiría en absoluto. Luego viene la solución del socialismo democrático a nivel mundial, que es aquella a favor de la cual me posiciono, al menos en teoría. Estos son los dos escenarios por los que considero que vale la pena luchar y que deberíamos intentar generar. Y es posible que un Green New Deal a nivel mundial, aun si no es sustentable en el largo plazo, sirva como una especie de programa transicional (como solían decir los trotskistas) que nos guie hacia el socialismo democrático.
Los dos escenarios por los que considero que vale la pena luchar son un Green New Deal a nivel mundial en el marco del capitalismo o alguna forma de socialismo democrático que vaya más allá del capitalismo.
Por supuesto, nadie puede saber lo que sucederá, porque en realidad depende de las acciones de la gente. En este sentido, lo que intento hacer con mi obra es aclarar la magnitud, la dinámica y la naturaleza de la crisis en sus múltiples dimensiones. Mi objetivo final es brindar una especie de mapa para la gente que está comprometida o que está pensando en comprometerse con alguna forma de activismo político. Esta gente tiene toda una serie de preocupaciones y de intereses que resultan apremiantes. Pero estos intereses son parciales por definición, y lo que quiero hacer es ayudar a que la gente perciba en dónde encajan en el mapa general de esta crisis y brindar una imagen de la situación de las fuerzas sociales, de forma tal que todas estas preocupaciones e intereses particulares puedan ser movilizados para producir una mejor solución a la crisis.
MM.- Tu descripción se asemeja a una estrategia populista: la idea de que la sociedad está compuesta de intereses o demandas parciales y que el desafío es hacer que estos intereses diversos se fusionen en un agente político coherente. En ocasiones anteriores también hablaste favorablemente del populismo de izquierda. Sin embargo, los acontecimientos recientes parecen mostrar experiencias fallidas del populismo de izquierda, mientras que su variante de derecha parece exhibir un historial más exitoso. ¿Qué balance se puede extraer de esto?
NF.- Empecé a pensar seriamente en el populismo luego de Occupy Wall Street. Me sorprendió mucho este lenguaje del 99% y el 1%. Desde mi punto de vista, este es el lenguaje del populismo por antonomasia. Tal vez carezca de la precisión y del rigor del análisis de clase, pero es inmediatamente comprensible y poderoso. Evoca una respuesta afectiva. Me sorprendió mucho la velocidad con la que se comprendía este discurso, fue un momento de genialidad retórica de quienes lo inventaron. Al menos en el contexto de Estados Unidos, este lenguaje se popularizó con Bernie Sanders, que empezó a usar una palabra muy potente: «rigged» [arreglado, amañado], como cuando se dice que la economía está arreglada, que las elecciones están arregladas, que el sistema arreglado, etc. Trump tomó este lenguaje de Bernie Sanders y le dio un giro propio.
De nuevo, estoy pensando en Estados Unidos, aunque creo que lo que digo también es pertinente en otros países. En la época de Occupy Wall Street empecé a pensar en la cultura política estadounidense y en el período previo del activismo, que estuvo fuertemente centrado en lo que se denomina «políticas identitarias». El hecho de que la gente estuviese hablando de repente del 99% contra el 1% me hizo pensar que existía, al menos en potencia, una enorme fuerza de izquierda en Estados Unidos. Me pareció que este discurso lograba llegar a mucha gente que sentía, tal vez sin darse cuenta, que necesitaba un análisis capaz de explicar de las conexiones y de armar una gran fuerza capaz de superar la fragmentación que tanto había debilitado a la izquierda. También me di cuenta de que podía distinguir el populismo de izquierda del populismo de derecha.
Básicamente, mi idea es que ambos brindan una especie de mapa que define quiénes están arriba y quiénes abajo, quiénes pisan las cabezas de quiénes. En el caso del populismo de izquierda, tal como muestra el 99% contra el 1%, se afirma que existe una oligarquía elitista o un pequeño grupo de gente que parasita a todo el resto. Entonces la idea es intentar movilizar a todo el mundo en contra de ese pequeño grupo. El populismo de derecha no tiene esta estructura dual. Tiene una estructura tripartita. Hay una élite parasitaria y luego una clase baja parasitaria que «nos roba lo que es nuestro». En el populismo de derecha, al «pueblo» lo conforman quienes están atrapados en el medio. Por lo tanto, el populismo de derecha se alza contra el 1% pero también contra los inmigrantes, contra la gente de color, contra las minorías sexuales, etc. Es un cuadro muy diferente, un mapa muy diferente. Pienso que es importante enfatizar que el populismo de izquierda tiene una estructura distinta.
Una segunda diferencia es que el populismo de derecha define al enemigo en términos concretos, identitarios o sustantivos. Por lo tanto, cuando definen a quienes están arriba, siempre se trata de una conspiración internacional judía o, si están abajo, de inmigrantes sucios o negros vagos, etc. Son distinciones identitarias concretas que definen una categoría de persona —el enemigo— en términos de sus características culturales o sustantivas. En contraste, el populismo de izquierda como mucho define las características del enemigo, es decir, no define a nadie en términos de su cultura, su identidad ni nada concreto, sino en términos de la función que ocupa en el sistema. Cuando se dice «Wall Street», por ejemplo, comprendo que históricamente la frase puede desplazarse hacia los banqueros judíos. Es verdad que no hay una barrera absoluta entre los dos populismos. Pero desde mi punto de vista, la identificación del mundo de las finanzas con «el sistema» es correcta. Hoy existe una forma de capitalismo en la cual las finanzas juegan un rol muy importante, muy distinto del que jugaban en otras formas de capitalismo anteriores.
Luego hay que pensar si el populismo de izquierda así definido funciona como una especie de formación transicional capaz de conquistar victorias. Y no solo victorias. La cuestión es también saber si, en el curso de la lucha, este mismo populismo de izquierda puede enseñarles a las personas cosas nuevas, si puede ayudarlas a comprender el sistema y explicar lo que significa afirmar que el sistema esté arreglado. Arreglado, en el sentido del populismo de izquierda, no significa como dice Trump que alguna gente está hackeando las máquinas para votar y moviendo datos de una columna a otra. Como marxistas, sin importar la tendencia a la que pertenezcamos, deberíamos ser capaces de darle contenido a la afirmación y explicar qué significa que el sistema esté arreglado para funcionar en contra de los trabajadores. Tal vez las formaciones populistas de izquierda sean capaces de brindar una puerta de acceso a la lucha política que, a medida que se desarrolle, logre refinar el discurso y aclarar qué es el sistema y qué es lo que se necesita para cambiarlo.
Ahora bien, una vez dicho esto, acuerdo perfectamente contigo en que el historial del populismo de izquierda hasta el momento, si se lo compara con el de derecha, no es tan impactante, en el sentido de que el populismo de derecha tuvo mucho más éxito a la hora de ganar y sostener el apoyo de un gran número de personas. Pero añadiría que, en este caso, una parte del problema es el descrédito que afecta a la socialdemocracia en todo el mundo, es decir, el descrédito de los partidos socialdemócratas, muchos de los cuales se autodenominan socialistas. Hubo gente, que no provenía de la derecha dura, que tuvo una enorme responsabilidad en la institución del neoliberalismo: los Clinton en Estados Unidos, Blair en Gran Bretaña y Schröder en Alemania. Lo que intentaron hacer estas formas de populismo de izquierda es ocupar una parte del espacio que solía pertenecerle a los partidos socialdemócratas, y lo hicieron utilizando un lenguaje diferente. Obviamente, existen puntos en los que la política socialdemócrata y el populismo de izquierda se superponen: si analizamos en detalle a Bernie Sanders, por ejemplo, sería difícil negar que es un socialdemócrata. Se trata de una ética distinta, de otra retórica.
El populismo de izquierda afirma que existe una oligarquía elitista que parasita a todo el resto. El populismo de derecha no tiene esta estructura dual, sino una tripartita. Hay una élite parasitaria y luego una clase baja parasitaria que «nos roba lo que es nuestro».
En cualquier caso, no veo otra estrategia viable. Debemos disputar a los sectores que en este momento apoyan al populismo de derecha. Por supuesto, me refiero a aquellos que no pasaron de la raya, porque ciertamente hay algunos que son irrecuperables. Sea como sea, no podemos partir de que perdimos a las grandes mayorías contra la política de derecha. Si esto es así, entonces el juego está terminado. Debemos empezar por asumir que es posible recuperar a una porción significativa de los votantes de Trump en Estados Unidos, o de los de Bolsonaro en Brasil. Porque sabemos que no siempre fue así: mucha gente votó a Lula o a Dilma, del mismo modo en que alrededor de 8 millones de personas votaron por Obama. Creo que lo que hace el populismo de izquierda es reconocer, validar y defender los reclamos legítimos de las personas y brindarles, al mismo tiempo, una interpretación diferente de cuál es el problema: quién es exactamente el que está manipulando qué cosa, por qué el eje puesto en el desprecio a las clases bajas lleva a un callejón sin salida, por qué jamás será posible crear una coalición lo suficientemente grande como para derrotar a las fuerzas reales del capital global y de las finanzas mientras la clase trabajadora esté dividida, etc. En otras palabras, creo que en este punto nuestra única esperanza es un populismo de izquierda que sea capaz de evolucionar hacia algún tipo de movimiento socialista.
Nancy Fraser. Filosofa política, intelectual y feminista estadounidense. Es profesora de filosofía en The New School en Nueva York. Es ampliamente conocida por sus críticas y contribuciones teóricas en el ámbito de la filosofía política, especialmente es cuestiones de política de la identidad, sobre justicia social y teoría feminista.
Martín Mosquera. Editor principal de Jacobin América Latina.
Fuente: https://jacobinlat.com/2021/12/27/nancy-fraser-el-capitalismo-canibal-esta-en-nuestro-horizonte/
BioFuente: https://www.leerydifundir.com/2022/01/capitalismo-canibal-esta-horizonte/
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Compilación de lecturas y bibliografía recomendadas sobre
AGROECOLOGÍA Y ALIMENTACIÓN SALUDABLE,
El Consorcio Agroecológico Peruano y la Red de Agricultura Ecológica del Perú se sienten muy complacidos en presentar inspirando y promoviendo AGROECOLOGÍA Y ALIMENTACIÓN SALUDABLE, compilación de lecturas y bibliografía recomendadas, una cuidadosa selección de obras sobre dos temas cruciales en nuestro escenario actual en donde el cambio climático, la crisis alimentaria y sanitaria están cuestionando nuestra forma de abordar las actividades productivas y nuestros estilos de vida y de consumo.
Contiene 12 lecturas y 55 libros comentados, son 130 páginas de la mejor información.
Encuéntralo en:
https://consorcioagroecologico.pe/wp-content/uploads/2021/12/COMPILACION-DE-LIBROS-CAP.pdf
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Seis meses para adaptarnos a estándares más exigentes en los alimentos
Al menos el 12% de productos altos en azúcar, sodio y grasas trans están exonerados de colocar octógonos en el Perú basados en parámetros más tolerantes establecidos en la norma local. Ahora, la Corte Suprema ha resuelto que el Ministerio de Salud adecúe los estándares a lo que establece la OPS.
Por Jaime Delgado Zegarra
11 ENERO, 2022
Pese a que la Ley de la Alimentación Saludable dispuso expresamente que los parámetros para considerar cuando un producto es alto en azúcar, sodio y grasas saturadas debían ser aquellos aprobados por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski dispuso la aplicación de unos parámetros diferentes, sin respetar los estándares.
Resulta obvio que, debido a las presiones ejercidas por un sector de la industria que se oponía públicamente a esta ley y a la colocación de advertencias (octógonos), el gobierno prefiriera adoptar unos parámetros mucho más tolerantes, lo cual implicaba un serio problema, ya que un producto comestible alto en insumos críticos quedaba exonerado de colocar la respectiva advertencia u octógono. Esto inducía a error a los consumidores, ya que podían pensar que dichos productos eran saludables, cuando en realidad no lo eran. Incluso algunos se promocionaban con el atributo de ser "libres de octógonos", dando a entender que eran buenos.
El reglamento aprobado por el Poder Ejecutivo aprobó unos parámetros mucho más tolerantes en favor de la industria. Además, se excluyeron de los alcances de la ley y de las advertencias a las fórmulas para bebés o llamados sucedáneos de la leche materna.
A raíz de esto, dos colegios profesionales (Colegio de Nutricionistas y Colegio Médico) formularon una demanda de acción popular (proceso de control normativo que tiene por objeto proteger jurídicamente la primacía de la Constitución y la ley respecto del resto de normas de rango inferior a la ley) ante el Poder Judicial, de lo cual nunca más se supo los resultados. Pero a su vez, el Ministerio Público formuló también una acción popular ante el Poder Judicial a fin de conseguir la nulidad de esos aspectos del reglamento que claramente violaban la ley.
Luego de varios años que duró el proceso, la Corte Suprema de la República ha emitido un fallo final y ha establecido que la exclusión del alcance de los octógonos a los productos de fórmula o sucedáneos lácteos que hizo el referido reglamento es nula. En consecuencia, estos productos están obligados a colocar los octógonos correspondientes. Además ha establecido que los parámetros aprobados por el reglamento no son los que dispuso expresamente la ley, que hacía referencia a los de la OPS, en consecuencia insta al Poder Ejecutivo a ajustar dichos parámetros en el plazo de 6 meses.
Lo que dice la sentencia
El fallo declara nula la Primera Disposición Complementaria Final del Reglamento de la Ley de Alimentación Saludable, que exoneraba de las normas a los sucedáneos de la leche materna. Esto significa que dichos productos deberán en adelante colocar las advertencias correspondientes cuando sus productos contengan azúcar, sodio y grasas saturadas que excedan de los parámetros correspondientes. Lo mismo ocurrirá si los mismos contuvieran grasas trans de origen industrial (distintos al de la hidrogenación que ya están prohibidos).
Además, la Corte Suprema exhorta mediante esta sentencia al Poder Ejecutivo para que adecúe dentro de los seis meses los parámetros técnicos señalados en las "Recomendaciones de la Consulta de Expertos de la Organización Panamericana de la Salud sobre la Promoción y Publicidad de Alimentos y Bebidas No Alcohólicas dirigida a los Niños en la Región de las Américas", en específico, la décima recomendación.
Hay que precisar que los parámetros contenidos en la décima recomendación fueron actualizados por la OPS en el Modelo de Perfil de nutrientes aprobados en el 2016.
Parámetros
Haciendo una comparación, entre los parámetros establecidos en el reglamento de la Ley de Alimentación Saludable y los aprobados en el Modelo de Perfil de Nutrientes de la OPS, efectivamente hay una diferencia, ya que estos últimos son más exigentes y es lo que observa la sentencia.
En un reciente estudio denominado "Perfil de nutrientes de productos alimentarios eximidos de la aplicación de advertencias en el frente del envase durante la primera etapa de la Ley de alimentación saludable en Perú: estudio de caso", se da cuenta que al menos el 12% de productos altos en azúcar, sodio y grasas trans están exonerados de colocar las respectivas advertencias debido a que los parámetros aprobados en el referido reglamento son más tolerantes que los de OPS.
Esta disposición del Poder Judicial es importante no solo porque significa exigir al gobierno el cumplimiento de la Ley de Alimentación Saludable, sino que es necesaria para garantizar una correcta información a los consumidores, ya que hay diversos productos que tendrían que llevar advertencias y no los tienen. Esperamos que en las próximas semanas la administración del profesor Pedro Castillo y el ministro de Salud, Hernando Cevallos, emitan las disposiciones para actualizar estos parámetros y cumplir la sentencia que ha puesto fin a un largo proceso judicial en el que el Ministerio Público cumplió un papel muy importante en defensa de la legalidad y la salud de los peruanos.
No hay que olvidar que fueron ciudadanos quienes alertaron oportunamente de que el reglamento estaba violando la ley y poniendo en riesgo el derecho a una correcta información de las personas. La verdad y la legalidad finalmente se impusieron. Una gran lección no solo para nuestro país, sino para toda la región.
Jaime Delgado Zegarra. Abogado por la Universidad San Agustin de Arequipa, con segunda especialidad en Derecho Público y Buen Gobierno por la PUCP. Tiene una maestría en Políticas en Salud por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Excongresista, autor de la Ley 30021 de Alimentación Saludable. Actual director del Instituto de Consumo - Universidad de San Martín de Porres.
Más:
Alto en azúcar Parámetros de la OPS Octógonos Ley de Alimentación Saludable Corte Suprema Alto en grasas saturadas OPS Alto en sodio Grasas trans
BioFuente: https://saludconlupa.com/opinion/seis-seis-meses-para-adaptarnos-a-estndares-ms-exigentes-en-los-alimentos/
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Un cultivo con mayor valor
Mango orgánico: una realidad que crecerá paulatinamente por la gran demanda de los consumidores
Las nuevas directrices de la Política Agraria Común en Europa tienden y apuntan a un aumento cada vez mayor de la agricultura ecológica y, para el año 2030, el 30% de la producción en Europa tiene que ser ecológica.
Por: Francisco Seva Rivadulla, periodista agroalimentario internacional
(Agraria.pe) La importancia que tiene el mango orgánico y el valor de la sostenibilidad y gestión hídrica, son los ejes de la entrevista mantenida con el Doctor Iñaki Hormaza, Profesor de Investigación del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) en el IHSM (Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea "La Mayora", en Málaga (España).
Hormaza es doctor en Biología Vegetal por la Universidad de California, Davis, desde 1994. En el año 2000 obtuvo una plaza de científico titular en el CSIC y continuó su carrera investigadora en el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora en Málaga (IHSM La Mayora), un centro mixto entre el CSIC y la Universidad de Málaga. Desde 2003 es responsable del Departamento de Fruticultura Subtropical del IHSM La Mayora y, desde 2007, Profesor de Investigación del CSIC, el nivel más alto del organismo. Durante su carrera científica ha estado implicado en numerosos proyectos de investigación nacionales e internacionales centrados en el estudio de la diversidad genética, en la caracterización y conservación de germoplasma y estudios de biología reproductiva en frutales subtropicales y de zonas templadas. Desde su incorporación al IHSM La Mayora, ha dirigido más de 45 proyectos de investigación de ámbito regional, nacional e internacional, más de 35 contratos de investigación con el sector privado y ha colaborado en numerosos proyectos adicionales. Ha publicado más de 200 artículos científico-técnicos, más de 125 de ellos en revistas de impacto y presentado más de 150 comunicaciones a congresos científicos y numerosos artículos de difusión y transferencia de la investigación.
En relación a los trabajos de investigación realizados por nuestro entrevistado, el Profesor Hormaza explica que "estamos evaluando variedades y portainjertos para ver las que mejor se adaptan a nuestras condiciones de cultivo. Al mismo tiempo, también trabajamos en optimizar la biología reproductiva, todos sabemos que el mango produce muchas flores y de ellas solamente unas pocas dan fruta, e investigamos porqué ocurre eso y cómo podemos favorecer un mejor cuajado de fruta en mango, favoreciendo también los insectos polinizadores de este cultivo".
Asimismo, "también estamos trabajando mucho a nivel genómico, con ADN y marcadores moleculares, en primer lugar para identificar variedades. Tenemos una colección de más de 80 variedades aquí en nuestro centro de investigación, y el primer paso, es que las mismas estén perfectamente caracterizadas a nivel molecular de forma que no tengamos errores en nuestra colección. También somos centro de examen para la oficina europea de variedades vegetales para mango, aguacate y chirimoyo, es decir, cualquier nueva variedad de mango que quiera registrarse en el sistema europeo de protección de variedades pasa por nuestro centro de investigación gracias a la colección de mangos que tenemos".
"Otra línea de trabajo cada vez más importancia es la tolerancia a la sequía, aquí tenemos un problema grave de disponibilidad de agua, y posiblemente en los próximos años va a ir a peor debido al cambio climático, y por tanto estamos trabajando en ver cómo afecta la escasez hídrica al mango a nivel de investigación, y para ver cómo podemos después cultivar mangos en condiciones de mayor sequía, y posiblemente de peor calidad de agua", destaca el Profesor Hormaza.
Producción de Mango Sostenible
Con respecto a la producción de mango sostenible, nuestro entrevistado señala que "en nuestro caso es así, porque tenemos un espacio privilegiado en el cultivo del mango a nivel mundial. Tenemos un clima mediterráneo con inviernos fríos comparados con lo que hay en otros lugares, y por tanto tenemos una presión de plagas y enfermedades mucho menor con respecto a otras zonas. Prácticamente no tenemos que aplicar productos químicos al mango en su cultivo, pues no tenemos enemigos graves en este cultivo. Hay algunos problemas de malformación, o de cochinillas del mango, pero se pueden controlar. Entonces, podemos decir que el mango es un cultivo sostenible actualmente, en lo tenemos que avanzar es en reducir la cantidad de huella hídrica por kilo de fruta producida, para eso, supone mejorar los sistemas de riego, que se han avanzado muchísimo en los últimos años, aumentar la productividad por hectárea, y también mejorar portainjertos, adaptados a condiciones de mayor sequía".
Colección de Variedades
El Profesor Hormaza también destaca que su centro tiene una importantísima colección de variedades de mangos. En este sentido, apunta que "tenemos una colección de más de 80 variedades en La Mayora en la colección de germoplasma, es una colección única en Europa y muy importante a nivel mundial, pero a nivel comercial hay muy pocas que se estén cultivando en España, esa es una de nuestras batallas queremos diversificar en variedades en cultivo para aumentar ventanas en recolección. Actualmente, más del 80 por ciento de la producción española de mango es de la variedad Osteen, que es original de Florida, y España es prácticamente el único lugar del mundo en que se cultiva a nivel comercial, y llega toda la producción al mismo tiempo en el mes de octubre, y nuestra idea es diversificar con variedades más tempranas y más tardías, ya hay varias ellas en cultivo, para tener mango de calidad en España desde agosto hasta diciembre o incluso enero si fuera posible".
Nivel agronómico del mango
Además, nuestro entrevistado subraya el alto nivel agronómico del mango español. En consonancia a ello, comenta que "la ventaja del mango para nosotros, es que es de recién introducción en España, aquí en la zona subtropical de la península ibérica el cultivo por excelencia era el aguacate, y en este cultivo se avanzó mucho en técnicas de cultivo, cómo optimizar el riego y cómo optimizar la poda, y cómo adaptar una especial subtropical a un clima mediterráneo. El mango también se introdujo a nivel comercial en los años 80 y el boom fue realmente en los años 90 y en los primeros años del 2000, y por tanto ya había una experiencia previa en el aguacate que permitió que el cultivo del mango fuese mucho más tecnificado que el que fue en su origen el aguacate".
Mango Orgánico
Con respecto al mango orgánico, el Profesor Hormaza también señala que "en primer lugar, las nuevas directrices de la Política Agraria Común en Europa tienden y apuntan a un aumento cada vez mayor de la agricultura ecológica y, creo que para el año 2030, el 30 por ciento de la producción en Europa tiene que ser ecológica. En Europa es indudable y, no tiene vuelta atrás, y cada vez va a ser más importante. Con el mango, en climas tropicales está expuesto a muchas plagas y enfermedades, e hicimos un trabajo para National Mango Board, sobre plagas y enfermedades en mango, y la lista es muy extensa. Entonces en algunos lugares es complicado el manejo ecológico, pues hay una presión grande de plagas y enfermedades, por lo que hay que ir poco a poco, creo que los pasos pasan por ir reduciendo el aporte de productos químicos y paulatinamente conseguir que tengamos un cultivo más agroecológico en el mango. Eso se está consiguiendo en diferentes países y es viable. Evidentemente es más fácil en nuestras condiciones de clima mediterráneo donde nuestras plagas son menores".
Además, añade que "otro factor importante en la sostenibilidad que va en favor del mango en Europa es la huella de carbono por transporte, evidentemente cuanto este más cerca del consumidor menor va a ser la misma, y eso es importante tenerlo en cuenta".
Tímida producción ecológica
Dentro del mismo contexto, nuestro entrevistado subraya que "todavía es tímida la producción ecológica pero hacia ahí van los pasos, y cuanto antes seamos consciente de ello y dentro de unos años va a estar incorporado en el sello de la fruta que estén comprando los consumidores, pues mejor, ya que en algunos mercados europeos quieren ya conocer el origen de la fruta o la huella de carbono tanto en la producción como en el transporte. Cuanto más preparados estemos para dar respuesta a eso pues mucho mejor".
"El último trabajo que hicimos para NMB fue un informe sobre plagas y enfermedades a nivel mundial en mango, y también ver las alternativas o recomendaciones para hacer un manejo más ecológico en ese contexto, pues para algunas de ellas si hay alternativas al uso de productos químicos. En este trabajo, lo primero que hicimos fue detallar las distintas plagas, y después dar opciones de manejo, para disminuir el uso de productos químicos en el uso del mango", indica el Profesor Hormaza.
Gestión hídrica eficaz en mango
En relación a la gestión del riego en el cultivo del mango, este prestigioso investigador señala que "en el caso de España, me atrevería a decir que el 100 por ciento es riego localizado. De hecho, el cultivo del mango se introdujo recientemente, y ya estaba disponible la tecnología de riego localizado y no hubo necesidad de usar riego a manta. La ventaja del mango comparado con el aguacate, es que en el aguacate todo el año tenemos flor o fruta en el árbol aquí en España, mientras que en el mango no ocurre eso, tenemos un periodo de reposo bastante largo por nuestro invierno frío, que son varios meses, en los que se puede controlar bastante bien el aporte de agua, por lo que con un buen manejo de riego puede disminuir el aporte de agua comparado con otros cultivos. Es una de las ventajas del mango para un clima mediterráneo, puedes manipular mucho mejor el consumo de agua y reducirlo, si lo comparamos con el aguacate".
Además, también hace especial hincapié en que "aquí hemos tenido mucha relación con el sistema de producción en Israel, donde se ha optimizado mucho el uso del agua por un clima mediterráneo seco como tiene este país, por lo que nuestro manejo del agua es mucho más eficiente que otros países, pues sino lo hacemos de esa manera el cultivo sería inviable. Y en otras zonas del mundo pueden tener lluvias más frecuentes, o pueden aguantar varias semanas sin regar porque va a llover enseguida, pero en nuestro clima por ejemplo, entre los meses de abril y mayo hasta octubre, no hay precipitaciones, y son los meses cálidos en los que se produce el desarrollo de la fruta, por tanto no podemos cultivar mango sino aplicamos agua durante esos meses de verano. O hacemos una gestión eficaz del agua o no sería un cultivo viable en estas condiciones".
Nivel alto de asesoramiento técnico a productores de mango
Con respecto al nivel de asesoramiento técnico que tienen los productores de mangos, el Profesor Hormaza señala de forma clara y contundente que "el nivel es bastante alto, y de hecho hay un equipo de técnicos de las principales empresas que también hacen esa labor para sus socios. El manejo técnico que hacen los agricultores es bastante adecuado, hacen poda de flor en las variedades que lo requieren, y el manejo es bastante tecnificado en este sentido".
Calidad del mango
Asimismo, nuestro entrevistado reconoce también que "el mango es una fruta excelente. El mercado europeo cada vez está valorando más el mango como una fruta saludable y como una fruta de calidad. Hay que trabajar bastante más en asegurar la calidad del mango que llega al consumidor, un problema que había hace unos años era la pulpa blanda, que ya se vio por temas de investigación que estaba asociada a un exceso de nitrógeno en la fertilización del mango, y se controla muy bien para que los niveles de este elemento químico sean bajos para evitar esta problemática. Esto hay que controlarlo muy bien para que un consumidor europeo cuando consume un mango repita. Y un problema, que en este caso tenemos en España, es la recolección muy temprana de mangos, cuando empieza su temporada en agosto – septiembre, hay muchas veces que se recolecta demasiado pronto, y todavía no está con la calidad suficiente para el consumidor, en aspecto puedes estar bien por fuera pero no está bueno para consumir, y si el consumidor lo prueba ya no la vuelve a adquirir. Un trabajo fundamental es asegurar que la calidad del mango que lleva al mercado europeo sea excelente".
BioFuente: https://agraria.pe/noticias/mango-organico-una-realidad-que-crecera-paulatinamente-por-l-26787
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CALENDARIO AGROECOLOGICO 2022
Enero
* Sábado 1 de enero: Año Nuevo. Feriado
Febrero
* 2 febrero, Día Internacional de Los Humedales
* 14 febrero, San Valentín Día de la Amistad
* de febrero, BIO FACH 2021, Nuremberg, Alemania. La BioFach-Alemania, es la más antigua y principal feria internacional de productos ecológicos
Marzo
* 8 marzo, Día de las Naciones Unidas para los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional
* 15 marzo, Día Mundial del Consumidor.
* 22 marzo, Día Mundial del Agua
* 24 marzo, Día de Creación del Grupo WIE Perú del IEEE
ABRIL
* 1 abril, Día Mundial de la Educación
* 7 abril, Día Mundial de la Salud
* 11 abril, Día del Niño
* Jueves 14 de abril: Jueves Santo. Feriado
* Viernes 15 de abril: Viernes Santo. Feriado
* Domingo 17 de abril: Domingo de Resurrección. Feriado
* 22 abril, Día Mundial de la Tierra
MAYO
* Domingo 1 de mayo: Día del Trabajo. Feriado
* domingo 8 mayo, Día de la Madre
* 22 mayo, Día Mundial de la Diversidad Biológica
* 27 mayo, Día del Idioma Nativo, el Quechua
* 30 mayo, Día Nacional de la Papa
* 31 mayo, Día del NO Fumador; Reflexión sobre los desastres naturales
JUNIO
* 5 junio, Día Mundial del Medio Ambiente
* domingo 19 junio, Día del Padre
* 21 junio, Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía
* 24 junio, Día del Campesino, Inti Raymi, feriado
* Miércoles 29 de junio: San Pedro y San Pablo. Feriado
* 30 de Junio, día nacional de los granos andinos: quinua, kañiwa, kiwicha, tarwi.
JULIO
* 6 julio, Día del Maestro
* 11 julio, Día Mundial de la Población
* Jueves 28 de julio: Fiestas Patrias. Feriado
* Viernes 29 de julio: Fiestas Patrias. Feriado
AGOSTO
* 9 agosto, Día Internacional de las Poblaciones Indígenas.
* 12 agosto, Día Internacional de la Juventud
* 19 de agosto (1989-2022) Trigésimo tercer (33) aniversario RAE Perú
* 22 agosto, Día Mundial del Folklore
* 27 de agosto (2011-2022) Décimo primer Aniversario del Mercado Saludable de La Molina
* Martes 30 de agosto: Santa Rosa de Lima. Feriado.
SETIEMBRE
* 1 setiembre, Día del Árbol
* 12 setiembre, octavo aniversario de la Red de Ferias y Mercados Ecológicos
* 16 setiembre, Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono
* 21 setiembre, Día Internacional de la Paz.
* 23 setiembre, Día de la Juventud y la Primavera.
OCTUBRE
* Sábado 8 de octubre: Combate Naval de Angamos. Feriado
* 15 octubre, Día Mundial de la Mujer Rural
* 16 octubre, Día Mundial de la Alimentación
* 19 octubre, (2007-2022) Décimo quinto aniversario de la Plataforma PERÚ País LIBRE DE TRANSGÉNICOS
* 29 octubre, (2004-2022) décimo octavo aniversario de la Red Peruana de Comercio Justo y Consumo Ético
NOVIEMBRE
* Martes 1 de noviembre: Día de todos los Santos. Feriado
* 7 noviembre, (2002-2022) vigésimo aniversario del Comité de Consumidores Ecológicos
* 10 noviembre, Día del Libro
* 17 noviembre, (1998–2022) Aniversario 24 del Grupo EcoLógica Perú
* 20 noviembre, Día Universal de los Derechos del Niño
* 25 noviembre, Día Internacional de la NO Violencia contra la Mujer
* 29 noviembre, (1978-2022) el Centro IDEAS celebra su 44 aniversario
DICIEMBRE
* 1 diciembre, Día de la Prevención del SIDA
* 3 diciembre, Día Internacional del No Uso de Agroquímicos.
* 3 diciembre, Día nacional de la promoción de la Agricultura Ecológica.
* 6 diciembre, (1999-2022) Vigésimo tercer Aniversario de la BioFeria de Miraflores.
* Jueves 8 de diciembre: Inmaculada Concepción. Feriado
* viernes 9 de diciembre: Batalla de Ayacucho. Feriado
* 10 diciembre, Día de la Declaración de los Derechos Humanos
* 14 diciembre, día del Cooperativismo Peruano
* Domingo 25 de diciembre: Navidad. Feriado
* 1 de enero 2021, feriado
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BIOCOMPARTIENDO # 05 - 2022
¡ Por una vida sana y feliz, libre de transgénicos cancerígenos !
Viernes 28 de enero de 2022
Editor: Fernando Alvarado de la Fuente
EMAIL: bioferdi@hotmail.com
FaceBook: Fernando Alvarado BioFerdi
WEB: www.ideas.org.pe
Miembro de
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- Red de Agricultura Ecológica del Perú - RAE Perú
- Consorcio Agroecológico Peruano - CAP
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