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BIOCOMPARTIENDO

Número 26 del 2020 / Perú, viernes 12 de junio

¡Por una vida sana y feliz; libre de transgénicos cancerígenos!

¡ Quédate en casa ¡

Editor Fernando Alvarado de la Fuente / bioferdi@hotmail.com

Ver todos los números de Compartiendo en: www.ideas.org.pe

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INDICE

  • Fase Vandana: la filósofa india entrevistada por Soledad Barruti
  • Mercado libre. Nahuel Levaggi, presidente del Mercado Central
  • CALENDARIO AGROECOLOGICO 2020

 

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Fase Vandana: la filósofa india entrevistada por Soledad Barruti

05/06/2020

 

Líder revolucionaria y pacifista, así define Soledad Barruti a Vandana Shiva en esta entrevista que, con claridad y sencillez, ayuda a entender lo que está pasando y cómo actuar ante lo que se viene. El diagnóstico desde la India que permite ver cómo el modelo de "economía pujante" enferma y mata. El rol de empresas como Bayer-Monsanto, y la comparación con Argentina. Cuál es la trampa que une a veganos y carnívoros. La adicción que genera el capitalismo, y la fórmula para salir de la inercia: semillas, alimentos y paz mental. Palabras para inspirar el mundo que viene, sin discursos hechos y con los pies en la tierra.

 

Por Soledad Barruti

 

El 24 de marzo al atardecer, el primer ministro de India, Narendra Modi, le dio a la población de su país solo cuatro horas para establecer un lugar de residencia del que no podrían salir durante los próximos 21 días, salvo para satisfacer necesidades básicas. A las doce de la noche se suspendió el transporte público, se cerraron todos los negocios que no fueran alimentarios o de medicina, y las calles pasaron a ser vigiladas por la policía, que tenía la orden de garantizar el aislamiento de las mil trecientas millones de personas que conforman la séptima economía mundial del capitalismo salvaje.

 

El 25 de marzo ciudades como Mumbai y Delhi amanecieron así: con los mercados raleados por quienes podían asegurarse el abastecimiento de comestibles, productos de limpieza y farmacia; con los pequeños puestos de frutas, verduras y especias clausurados; y con millones de personas que viven en la calle y dependen del trabajo diario para vivir sin nada que hacer más que buscar cobijo en una ciudad superpoblada y sin habitaciones de más.

 

Los pobres aguantaron acomodados donde pudieron un día, dos, algunos ni siquiera eso. Tomaron lo que tenían, sus propios cuerpos, los de sus hijos, alguna tela para taparse la boca, y empezaron a caminar para volver a casa: ese destino rural del que habían salido unos 10, 15, 25 años atrás forzados por la idea de un futuro próspero en las capitales. En una semana las rutas y caminos de India se vieron colmadas por millones de personas que, hambreadas y asustadas, improvisaron la caravana migrante más grande de la actualidad, y de ese país desde 1947, cuando se retiró la colonia inglesa.

 

A la doctora en física, filósofa y ecofeminista Vandana Shiva el bloqueo en India la encontró en un lugar privilegiado: Derhadun, una ciudad al norte, sobre las laderas del Himalaya junto al Tibet, donde nació y vivió su infancia rodeada de bosques, y donde hoy funciona la Universidad de la Tierra y granja agroecológica que creó en 1987, su fundación: Navdanya.

 

Vandana no se ha movido de ahí desde entonces y, sin embargo, con un entusiasmo avivado como volcán por la contingencia, no ha dejado de desplegar ideas y proyectos para aprovechar el impulso. Porque así lo ve: "Lo que se está viviendo en este país, donde la cuarentena fue más brutal que en ningún otro, es un fenómeno masivo e inesperado de desurbanización. La vuelta a casa de millones de personas que se están reencontrando con sus familias, en lugares donde no falta comida porque hay tierras para producirla, donde la vida para ellos puede volver a tener sentido", dice y sonríe y se enciende como pocos en esta época de miedo y parálisis. "Yo creo que estamos viviendo una gran oportunidad. Por eso lo que estoy pidiendo a quienes reciben a los migrantes, a quienes los ven retornar, es que lo hagan con los brazos abiertos, dispuestos a enseñarles a cultivar, a ser autosuficientes, a reconectarse con la comunidad".

 

Para esta líder revolucionaria y pacifista nada es casual. La degradación física y moral del sistema económico, con el sistema alimentario como máximo exponente de nuestra capacidad de destrucción, nos ha dejado a merced de este virus que antes que como metáfora, funciona como Aleph. Ahí está todo: el resultado del absurdo espejismo antropocéntrico sobre el que hacemos andar la modernidad y la ineludible mutualidad de la vida en red que puede ser de contagios mortales o interconexiones virtuosas. "A mí me resulta inevitable pensar que este es un momento de volver a la raíz, y reorientar nuestro propósito, como individuos y como sociedad", dice Vandana hablando primero de sí. "A mí el bloqueo me dejó encerrada en mis memorias de infancia y juventud. Cada día me despierto y agradezco a mis padres por estar acá, por haber plantado los árboles que me rodean estos días. Respiro, pienso, escribo, comunico consciente de todo lo que me hizo lo que soy, de cada uno de mis anhelos y luchas".

 

¿Creés que algo de esa reconexión pueden estar experimentando las mujeres y hombres que volvieron a sus pueblos en estos días?

 

Creo que esa es la oportunidad, que experimenten eso. Porque los jóvenes que caminaron 500, 800 kilómetros para volver a sus hogares habían sido convencidos de que no había ninguna razón para producir alimentos, para vivir en el campo. Pero tras 25 años de libre mercado, globalización y desruralización, las ciudades les demostraron de la peor manera que no podían contenerlos ni a ellos ni a nadie. Que sobraban. Estamos hablando de personas que no tienen nada, que viven de lo que pueden hacer con sus cuerpos cada día. Y estamos hablando de la mitad de la población de India…

 

Sin embargo, los analistas hablan de la economía India como "floreciente", "pujante", "una demostración de lo mejor del capitalismo", "la séptima economía del mundo"…

 

Es que las personas están por fuera de esos análisis. La naturaleza también. Cuando se habla de economía lo que se tiene en cuenta aquí y en todos lados es solo lo que ocurre en el mercado formal, las ganancias de las grandes compañías. En India somos una economía de mucha gente, que trabaja duro, en muy pequeños negocios. Los vegetales llegan a la puerta de cada casa. O al pequeño almacén, de los que hay muchísimos. Son los lugares que cuando cierran nadie cuenta. Por eso el primer ministro cerró el país sin analizar esas pérdidas. La economía de los pobres no se tiene en cuenta, de las mujeres no se tiene en cuenta, de los campesinos tampoco. A toda esa cantidad de personas caminando de vuelta a casa nadie las contó como pérdidas. A lo sumo les pusieron unos trenes cuando llevaban días de caminata y las imágenes eran una vergüenza nacional.

 

Esos mismos analistas dirían que esas personas van a volver a las ciudades no bien puedan hacerlo.

 

No. Yo creo que el coronavirus está revirtiendo lo que hicieron tantos años de colonización e invasión en nuestro país. Y exponiendo cómo funcionan en todo el mundo los modelos como el de Monsanto. Hace muchos años esa empresa publicó su plan: una agricultura sin agricultores, sin naturaleza, sin nada más que su combo de semillas modificadas y agrotóxicos diseminadas por el campo. Algunos le creyeron. Y lo que estamos padeciendo ahora son los resultados de esa invasión: un mundo con la naturaleza rota que permite la dispersión de virus, campos vacíos y hacinamiento en las ciudades.

 

Y una población cada vez más enferma. 

 

Eso es muy grave. No solo hay nuevas enfermedades sino que los riesgos de morir por una de ellas, como la Covid-19, aumentan con la diabetes tipo 2, la hipertensión o el cáncer que crea este modelo. Empresas como Bayer-Monsanto, y también Coca Cola, Nestlé, Kellogs son las responsables: compañías que crean productos que no son compatibles con nuestra biología.

 

"La forma urbana y destructiva de la colonialidad es lo que trajo al mundo a donde está hoy: la mentalidad antropocéntrica, mecanicista, monocultural y dominante"

¿Qué es lo que impide que la sociedad pueda despertar ante algo tan evidente?

 

Por un lado, el poder corporativo que nos atrapó en su modo de entender la vida. Este pequeño puñado de corporaciones que consolida su poder en la Segunda Guerra Mundial. En la Alemania Nazi empresas como Bayer generaban gases para matar a las personas que estaban dentro de los campos de concentración. Esas mismas compañías, terminada la guerra, cambiaron el uso de sus productos: empezaron a usarlos como herbicidas, insecticidas, fungicidas, un arsenal químico que se instaló en la agricultura continuando su capacidad de daño y de dominación a través de la violencia y el miedo. Pero además hay otro: este sistema crea adicción. Se habla de Bayer como el productor de las aspirinas. Pero antes de eso fue el productor de la heroína. Una droga altamente adictiva que debe su nombre a que te hacía sentir como un héroe. Este sistema se sostiene con ese espíritu.

 

Cultura zombi

El 12 de mayo las cámaras de televisión de todo el planeta apuntaban a Francia. Tras semanas de aislamiento y casi 30 mil muertos por coronavirus ese país inauguraba la Fase 1 levantando la clausura de los lugares icónicos a los que pocos creían iba a ser tan fácil volver. Ni la torre Eiffel ni el Louvre, me refiero a tiendas como Zara. El momento en que la persiana de metal subió y las luces led se descubrieron como siempre están, prendidas, los miles de compradores que aguardaban el evento, caminaron encimados en veloz procesión pagana, olvidando al instante la distancia social y el alcohol en gel.

 

El momento quedó inmortalizado como un nuevo hito del poder magnánimo del consumismo que se lleva puesto, ni digamos la esperanza de un futuro mejor; antes que eso: el instinto mismo de supervivencia. Y lo mismo ocurrió en Brasil, y en Estados Unidos, y parece que ocurrirá en cada lugar que decida volver a la mentada normalidad.

 

¿Qué te provocan esos fenómenos?

 

Creo que es la mejor evidencia de lo que te decía antes, de la adicción que provoca este sistema. Las personas creen que tienen libertad de elección porque les han contado que viven en un sistema regido por el libre mercado. Pero lo cierto es que están atrapadas en un esquema consumista creado por compañías expertas en generar adicción. Las personas son forzadas a desear y comprar lo que no necesitan. Y compran y tiran, y compran y tiran, y compran y tiran, y trabajan solo para eso: comprar y tirar. Esta forma urbana y destructiva de colonialidad es lo que trajo el mundo al estado en el que está hoy y eso encuentra en algunas ciudades una representación perfecta con todo el conjunto: la mentalidad antropocéntrica, mecanicista, monocultural y dominante.

 

Hace unas semanas entrevisté para este mismo medio al arquitecto y activista brasilero Paulo Tavares, que hablaba de la urgente necesidad de deconstruir la arquitectura y la vida urbana bajo la perspectiva decolonial. Él planteaba que la arquitectura sirvió hasta ahora para erigir una forma de vida urbana que concreta una idea civilizatoria en antagonismo con la naturaleza. Teniendo en cuenta que la vuelta al campo nunca va a ser tan masiva como para abandonar completamente las ciudades, ¿cómo creés vos que podríamos transformar eso en algo más razonable?

 

Yo crecí en una ciudad en India que aun muestra que eso es posible. En mi ciudad natal había una regla: solo se podía construir en un quinto de la tierra. El resto debía estar ocupado por la naturaleza. Por eso hoy mi casa es un bosque. Podemos ser una civilización que cree caminos bordeando bosques, en vez de avanzar en línea recta talando árboles. Si queremos ciudades en armonía con la naturaleza podríamos empezar por ahí: que los árboles nos den la dirección: permitamos eso. Otro buen ejemplo de una vida urbana posible está en Xochimilco, en plena Ciudad de México: un lugar de huertas que podría alimentar a toda esa población. Eso fue creado por las civilizaciones indígenas que vivían ahí antes de la conquista. Es un método productivo y un modo de vida al que se le opone el Real State que es el modo de construir en este paradigma: especulación inmobiliaria para montar vidas lineales y rápidas. Es lo que hacemos. Vivimos así. Bueno ¿a qué nos llevó? A este parate, a este encierro. Y acá estamos. Algunos repensándolo todo por primera vez, viendo esa locura por la velocidad.

 

Otra de las cuestiones que se están poniendo en debate en estos días en todo el mundo es el sistema de salud.

 

Así como tenemos que conseguir un equilibrio entre la ciudad y el campo, tenemos que redefinir qué es salud y hacer resurgir una conexión con nuestra salud y con nuestro cuerpo. El paradigma de salud occidental asume al cuerpo como un contenedor de órganos y funciones. Cuando alguna de esas partes se descompone se le declara una guerra a esa parte, a esa enfermedad. Así, cada terapia diseñada por el sistema médico occidental es de algún modo un ataque defensivo. Por eso sale una y otra vez la misma metáfora: la guerra. Esa que se está librando ahora contra el coronavirus, y que se libró tantas otras veces contra otras enfermedades. Es una metáfora terrible, porque esa guerra nunca se va a ganar.

 

Claro, si se ve la enfermedad como un desequilibrio de la vida, un ataque solo va a agravar el problema teniéndonos a nosotros como campo de batalla.

 

Exacto. Pero la mentalidad bélica y militarista gobierna también la relación con los cuerpos. En India el paradigma de salud es muy complejo: una ciencia para la vida. No es un sistema creador de enfermedades ni bélico. El objetivo está puesto en comprender la organización  y preservar el equilibrio de un sistema complejo: el organismo humano. Si la enfermedad es un desequilibrio, la salud radica en traer ese equilibrio de vuelta. Y eso depende mucho de la alimentación. La comida es un gran estabilizador del sistema, es la cura de todas las enfermedades para nosotros. Y eso por supuesto no está reñido con la evidencia: si nuestra comida está intoxicada, si usamos venenos para producirla ¿cómo vamos a estar saludables? Hace unas semanas lanzamos un manifiesto llamado Food for Health al que invitamos a los mejores médicos de Europa a sumarse, reunimos estudios y comunicamos una vez más que necesitamos cambiar el sistema alimentario para que sane la humanidad y la tierra.

 

Una de las frases trilladas favoritas del agronegocio y de la agroindustria es que esta forma de reconexión que planteás es un viaje al pasado.

 

La construcción científica contrahegemónica tiene una biblioteca muy abundante. Está nutrida de papers, avances y científicos muy calificados. Pero tampoco es una novedad que los poderes buscan deslegitimarla. Y, si no pueden, la prohíben. En India también somos un ejemplo de eso. Cuando los colonos ingleses llegaron y conocieron nuestro sistema médico, el ayurveda, lo prohibieron. Hasta que se empezó a enseñar y a estudiar bajo la forma de impartir el saber de los ingleses: con universidades, currículas, modos de estudio. Entonces en los 90 en Estados Unidos  entendieron cómo funcionaban algunas cosas. La cúrcuma, por ejemplo. Una raíz que en ayurveda se usa para elevar la inmunidad. ¿Y qué hicieron? La patentaron. Pasamos de la prohibición a la apropiación.  Y es algo que sigue al día de hoy cuando la Organización Mundial de la Salud imparte los lineamientos sobre el ayurveda escriben informes en donde sugieren no nombrar a la cúrcuma.

 

¿Bajo qué pretexto?

 

Ellos dicen que están buscando la evidencia que pruebe que tomar cúrcuma eleva el sistema inmune. Pero lo hacen midiendo el efecto según su modo de evaluación, que no reproduce las formas de uso que tenemos en India, porque partimos de esta base donde un cuerpo sano y enfermo no quiere decir lo mismo. Entonces nos enredan en una carrera engañosa.

 

¿Y cómo responden a eso?

 

Huyendo de ese reduccionismo lineal, mecanicista, cartesiano que fue creado como otro modo de colonización europeo, y que considera a nuestro conocimiento superstición, nos inferioriza, se lo apropia y se queda con nuestros recursos.

 

Carne de soja

Teniendo en cuenta que este virus, según la evidencia científica disponible más fuerte hasta ahora se origina del abuso que generamos sobre otros animales, me gustaría preguntarte qué pensás sobre el consumo de carnes, de las granjas industriales y del veganismo como una respuesta a eso.

 

Desde que escuché la idea de las granjas industriales siempre me parecieron mal. Las vi crecer. Y crecen porque crece la producción de soja y maíz transgénico. El agronegocio necesita vender todos estos granos que producen. Nadie se los va a comer si no están esos miles de millones de animales. Estas fábricas de carne son mayormente subsidiadas por eso: porque sirven para que funcione el sistema. Luego creemos que son buenos negocios, pero si no estuvieran apoyados por los gobiernos, ni siquiera como eso funcionarían.

 

Vos sos vegetariana.

 

Sí, lo soy. Pero no creo que todo el mundo deba serlo. Hace un tiempo estuve en Groenlandia y cuando pregunté por qué comían carne uno levantó la mano y me contrapreguntó: "¿Te parecería mejor que importáramos tomates de África?". Creo que tenemos que entender que podemos tener una relación violenta con las plantas –y ahí los transgénicos son un buen ejemplo- y una relación violenta con los animales –las granjas industriales son eso. Pero podés tener una relación no violenta con las plantas –como la que logra la agroecología- y una relación no violenta con los animales –que es la que tienen los pastores de Groenlandia o los indígenas: hay muchas culturas indígenas que no comen animales, pero otras muchas que sí. Las que están en Amazonas por ejemplo, protegiendo y garantizando la biodiversidad como ninguna otra cultura, lo hacen.

 

Claro, se trata de entender la diversidad cultural y alimentaria, expresada en un contexto determinado, como una selva, el Ártico, un lugar costero, como parte garante de la biodiversidad de ese lugar.

 

Sí. Tenemos que respetar las formas de vida que hay en el mundo y no podemos pensar que comer animales es igual en todos los casos. Y tampoco podemos pensar que defender una alimentación basada en plantas sea sinónimo de defender un mundo mejor. Hay personas veganas que celebran que exista la Imposible Burger: una hamburguesa artificial creada en un laboratorio mediante plantas salidas de monocultivos tóxicos, o sea tratadas con violencia, que para su producción violentan campesinos, mariposas y abejas, y animales que por supuesto ya no viven en torno a esos cultivos. Esa hamburguesa de soja que parece carne sangrienta es una mentira. Y hay algo que se llama verdad: no se puede pregonar una idea de alimentación no violenta partiendo de esos alimentos, de esa relación mentirosa con la tierra y con el propio cuerpo. A quienes pregonan eso como la salvación les diría que despierten: la alimentación basada en plantas que crecen con toda esa violencia no produce nada mejor. Coman una zanahoria y reconozcan eso como alimento: conozcan de dónde viene, cómo se produje, denle la dignidad que merece a la planta. Dejen de hablar de una alimentación basada en plantas: esa zanahoria tiene un valor enorme en su subjetividad, una historia de interrelaciones maravillosas, que incluye animales, insectos, personas: no es simplemente una planta que da igual. Y hay algo más. En el instante en que alguien dice "basado en plantas" están dando a la industria permiso para usar esa parte de la naturaleza como material para sus experimentos, manipulación y control. Y tal vez esa persona crea que llegó a algo mejor, pero solo porque permanece ciega a todo el horror que decidió no ver. Y así será llevado como otro adicto a la heroína de este sistema hacia otro nivel, más oscuro y difícil del que salir, con un costo altísimo para la tierra en su totalidad y para sí mismo.

 

Antes que un problema alimentario, de salud, o de vivienda, pareciera ser un problema de información.

 

Y de conciencia. La conciencia nos invita a actuar, a tomar las decisiones que estén a nuestro nivel. Tenemos que decir más fuerte que no a todo ese modelo agroindustrial de salud, de vida, de alimentación. Y eso incluye hoy cuestiones incómodas como estar en crisis y decir que no a las donaciones que el agronegocio hace para alimentar a los pobres. Tenemos que elevar la vara: la comida de todos, también de los pobres, debe ser saludable, sin transgénicos y sin venenos y sin mentiras. Cuanto más alta la amenaza, más grande debe ser nuestra responsabilidad para enfrentarla.

 

¿Sos optimista?

 

Bueno, estoy entrenada en la teoría cuántica. En eso me doctoré cuando terminé la carrera de Física. Entonces cuando veo un problema trato de entenderlo desde sus causa, sus raíces, sus perspectivas. También me coloco a mí misma en algún lugar de ese panorama y pienso, qué puedo hacer yo para que ese asunto sea mejor. Y no importa cuán grande el problema, al final siempre llego a lo mismo: tenés que tener semillas, producir comida y liberar tu mente. Esa es mi responsabilidad. Luego, las soluciones empiezan a acomodarse solas.

 

¿Cómo creés que afectará a este movimiento todo el sistema represivo que está naciendo a medida que la pandemia avanza?

 

Yo estoy segura de que estamos llegando a un nuevo nivel dentro del capitalismo. Será un capitalismo de vigilancia y control. Los estados van a hacer dinero de vigilarnos y lo peor es que nosotros con nuestros impuestos vamos a pagar porque nos controlen. Pero en la historia humana cada vez que ha habido opresión, se ha podido recurrir a un arma popular que sigue vigente: la desobediencia. Y en mi país tenemos un ejemplo muy importante en ese sentido: Gandhi. Con su manifestaciones no violentas, sofisticadas al punto de impedir el control de la sal que quería obtener la colonia inglesa, y conducirnos a la independencia. Eso mismo me inspiró a mi para combatir a Monsanto cuando quería patentar todas las semillas: yo llamé a la desobediencia civil a los campesinos y 33 años más tarde seguimos entendiendo que la guarda, intercambio y siembra de semillas es nuestro derecho. Ese es el espíritu que tenemos que despertar en esta época para ir en contra de las corporaciones que ya no van por un país sino que buscan globalmente quedarse con los recursos y controlarlo todo. Nosotros, los que queremos un mundo libre y una tierra sana, somos una red muy grande, mucho más grande que esa.

 

Imaginemos que sucede, que el encierro sirve para sacar del encierro y la opresión a millones de personas…

 

Es que es lo que va a ocurrir, porque el paradigma que celebra un futuro donde las personas viven masivamente en las ciudades, y solo un 2 por ciento se queda en el campo no funciona. No hay tal futuro. Ese plan no ha sido bueno para nadie. Ahora hay que trabajar para que esas personas que quieren volver al campo o que ya volvieron encuentren ahí un modo de vivir, con compasión y consistencia. Hay que regenerar la economía rural. Ese salvataje incluye el de las tierras: tiene que haber tierra para ellos, y medios de producción. Yo estoy haciendo lo que siempre he hecho y lo que creo que hay que hacer más que nunca: conservar semillas y promover la agricultura no tóxica. Salvemos a las comunidades, salvemos la tierra: regeneremos; ese es mi plan. Afortunadamente, como en India el fenómeno de urbanización no tiene tanto tiempo, cuando las personas vuelven encuentran que sus padres y abuelos aun les pueden enseñar a cultivar. Los agricultores que ya venían trabajando de ese modo hoy me dicen: "Porque producimos nuestra comida no tenemos hambre ni estamos en crisis". Y con ellos estamos dándoles la bienvenida a quienes vuelven. Utilicemos esta crisis para construir un sistema que sea libre de venenos, de petróleo, de semillas modificadas. Comunidades donde cada persona sea valiosa.

 

Es un buen momento después de todo.

 

Sí. Si tienes la conciencia más o menos clara, e incluyes en tus variables la capacidad creativa y regenerativa que tiene la tierra, es un buen momento. Tenemos que volver a trabajar con la naturaleza, eso es todo. Y tenemos que trabajar puliendo nuestros corazones y nuestras mentes para estar preparados para este cambio de paradigma, de vida, que es inevitable. Es un momento que exige lo mejor de todos nosotros. Por eso cada día al levantarse hay que luchar contra la inercia. Mirar hacia adentro y preguntarse: cuál es la injusticia que no estoy dispuesta a aceptar, cuál es la brutalidad que ya no estoy dispuesta a aceptar, cuál es la forma de violencia que ya no contará conmigo. Y después salir a encarnar esas respuestas.

 

Fuente: https://www.lavaca.org/mu147/fase-vandana/?fbclid=IwAR0bOS1s_HA6QlfMPwqiu5ERORUerkSt9VcNVqL6UpGjw0FpLFdjfTpMtUo

 

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Mercado libre. Nahuel Levaggi, presidente del Mercado Central

10/06/2020

 

Coordinador de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), fue designado al frente del Mercado Central. Qué significa ese cargo, y qué se puede hacer. Alimentación y precios en tiempos de pandemia. Poder y consensos. El rol de la agroecología como posibilidad que se empieza a sembrar en un centro de abastecimiento que alcanza a 13 millones de personas. Por Sergio Ciancaglini.

 

El presidente más raro del Mercado Central tiene una oficina enorme que casi no usa de tanto andar de acá para allá desde que fue nombrado en ese cargo que jamás imaginó ocupar y menos, para complicarla un poco más, en tiempos de pandemia.

 

La rareza tiene que ver con haber instalado por primera vez ideas como el Compromiso Social de Abastecimiento, alquimia que combina oferta y demanda del precio de frutas y verduras, y acuerdos con los operadores del Mercado (con quienes no se habla el idioma del derecho humano a la alimentación, precisamente): así se logró generar valores de referncia para que el público no termine siendo engullido al comprar alimentos.  

 

Además, Nahuel Levaggi elige hacer sus recorridas por esa especie de ciudad de 530 manzanas en un utilitario y no en una 4×4 reluciente que tiene también a disposición. Saluda y conversa con los puesteros que nunca habían tenido oportunidad de hablar con uno de los funcionarios "normales" y un tanto invisibles de anteriores gestiones. Y no se le conoce relación alguna con artefactos tales como "corbatas" o "sacos": anda con un pulóver gris debajo del cual se adivina que hoy lleva la remera verde, símbolo de UTT, la Unión de Trabajadores de la Tierra, a la que entrega la mitad de su salario.

 

Confiesa que duerme poco y que algunas veces, de tan tarde que se va y tan temprano que se propone llegar, termina por quedarse allí mismo, en noches desveladas en medio de esa megalópolis de las hortalizas: "A veces duermo poco. Mentalmente es todo muy al palo".

 

Levaggi es coordinador nacional de la UTT, el gremio de campesinos y agricultores más grande del país que incluye a unas 15.000 familias productoras de alimentos.

 

Por ese rol, y de modo acaso inesperado, recibió una de esas clásicas ofertas difíciles de rechazar: el jefe del bloque de diputados oficialista, Máximo Kirchner, le planteó en nombre del gobierno en marzo de este año hacerse cargo del mercado concentrador más grande del país. Nahuel intentó que fuera otra la persona de la UTT la designada, pero la propuesta era a la organización y a él mismo. Cuenta que fue todo muy directo, sin demasiada charla política, en el tono de "hagan ustedes lo que crean que hay que hacer en ese lugar: suerte". "No teníamos una relación especial. Lo conocí por las gestiones que veníamos haciendo en Diputados por nuestro proyecto de Ley de acceso a la tierra. Propuso hacernos cargo, garantizar el abastecimiento y que haya buenos precios para que la gente pueda comer barato".

 

En una fecha fuerte, el 24 de marzo de este 2020, cuatro días después de declarada la cuarentena obligatoria, Levaggi hizo su entrada con barbijo al ente creado en 1984 que hoy tiene más de 500 empleados, cuya principal función es abastecer de frutas y verduras a 13 millones de personas que habitan el AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires): ciudad + conurbano. El sector mayorista de frutas y verduras tiene 854 puestos en 18 gigantescas naves o galpones. "Y ese es el corazón del Mercado" explica Nahuel mientras lo recorremos. En el predio hay un Paseo de compras minoristas con 713 locales y otros 116 en la llamada Feria del Reloj: entre ambos tienen verdulerías, carnicerías, almacenes, polirrubros, todo a menor precio que los comercios urbanos.

 

El sector mayorista comercializa 106 millones de kilos mensuales de frutas y verduras, lo cual implica diariamente una circulación de no menos de 700 camiones y entre 10.000 y 15.000 personas. "Aparte del protocolo, los barbijos y todas las medidas de seguridad que tomamos el primer día tanto para cuidar al personal como al público, aquí no se notó la pandemia. El movimiento fue el mismo porque hubo que seguir trabajando para garantizar el abastecimiento de comida".

 

El nombramiento de Levaggi fue recibido como el de "un ex piquetero que comanda un grupo de pequeños productores" según Clarín, medio que, según esa propia jerga podría ser definido como un ex diario que comanda un grupo de pequeños periodistas. En la nota se decía que su nombre es Marcos y no Nahuel: "A los 15 años quise llamarme así, es una cuestión mía, no un nombre de militancia ni nada por el estilo". El adolescente de clase media, hijo de un ingeniero y de una docente, eligió su nombre y transitó su camino de décadas que lo ha depositado ante este enigma: ¿cómo combinar, si es que se puede, valores de soberanía alimentaria, agroecología y justicia, con las actividades, las lógicas y las ilógicas del mercado y de los negocios?

 

Rugby, ecología y villa

Nació en la ciudad de Buenos Aires en plena dictadura, el 9 de julio de 1979. Cuenta que ya en la adolescencia fue voluntario en la ONG Vida Silvestre y en la Reserva Ecológica de la Costanera porteña; tuvo relación con la causa mapuche; jugó al rugby en Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires; terminado el secundario estudió Antropología dos años; empezó a hacer trabajo social en la Villa 20 de Lugano y a los 18 años se fue a vivir allí. "Iba todos los días, hasta que dije: 'si quiero proponer algo tengo que ser parte de la comunidad'. Fue difícil, pero muy enriquecedor para el espíritu. Lo mío era más que nada laburo social, no militancia política. Ese fue el eje rector de todo lo que hice. Le tengo mucho respeto a la militancia pero ese avance de la politización fue posterior".

 

En Lugano conoció al Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD). "Estaba la gente de la Aníbal Verón y me sumé en 2002 por la propuesta de cambio social y lucha, después de lo del 26 de junio". No alcanzó a conocer a Darío Santillán ni a Maximiliano Kosteki, asesinados aquel día por las llamadas "fuerzas del orden". Se incorporó al MTD de Lanús, transformado luego en Frente Darío Santillán.

 

"Yo venía de la cuestión ambiental, con una ligazón fuerte al campo y la naturaleza. Viviendo en Lugano veía que la solución no era construir un decimonoveno piso en la villa, sino salir de ahí: la vuelta al campo. Para mí esa fue siempre la cuestión". En el FDS retomó esa idea. "Articulé con el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) con esa idea que tenía en la cabeza pero no sabía cómo concretar. Hubo una experiencia en San Vicente, la CTR (Cooperativa de Trabajo Rural) que tenía que ver con eso de que gente de la ciudad vuelva al campo. Estuve siete años en esa cooperativa".

 

El click: "En un momento organizamos un encuentro y vinieron quinteros y quinteras del cordón frutihortícola de La Plata. Ahí me di cuenta de que ese era el sujeto social con el que quería trabajar. Un sector postergado y desorganizado. Nos fuimos conociendo y en 2010 nació la UTT. En 2014 empezamos a trabajar la cuestión agroecológica, que no era una demanda de los quinteros y quinteras sino parte de un proyecto transformador que de a poco se empezó a hacer carne en el campesinado, y pasó a ser parte de nuestro reclamo como política pública, junto con el tema de la lucha por la tierra". 

 

En apenas 10 años la UTT creció exponencialmente e instaló en la calle el problema de la producción de alimentos a través de sus Verdurazos. Tiene un mercado mayorista en Avellaneda y cuatro Almacenes de ramos generales (Almagro, Devoto, Monte Grande, La Plata) con los que llega al público particularmente con su producción agroecológica: frutas y verduras sin pesticidas ni químicos de ningún tipo. Hoy son unas 350 familias que producen de ese modo, más del doble que hace un año, aunque Nahuel cree que andan atrasados con los números y deben ser más de 500. "Es una minoría, pero crece a cada minuto. Hace dos o tres años hablar de agroecología era cosa de una huertita. Ahora hablamos de un sector organizado, con técnicos argentinos, un trabajo multiplicador de campesino a campesino y una práctica que sirve, porque la técnica de producción además de ser sana es más barata, le deja más ganancia al que produce, y es muy exitosa".

 

¿Por qué es todavía minoritaria? "El mayor logro del agronegocio es haberle ganado la cabeza al productor y al campesino con la creencia de que solo se puede trabajar con agrotóxicos. Pero ese modelo hegemónico está empezando a cambiar con toda esta experiencia, que va a seguir creciendo". ¿Cuál fue la clave del crecimiento de la UTT? "Una base social que necesitaba organizarse, una propuesta metodológica y de construcción acertada, y un grupo militante con tremendo compromiso y creatividad. Es una estructura democrática de base muy fuerte, con un nivel grupal de decisión y con una conducción. Siempre existe dirigencia y conducción: podés blanquearlo o no. Pero hay roles y responsabilidades concretas de las cuales hay que hacerse cargo y someter a evaluación. Mandar obedeciendo" dice, evocando al zapatismo. 

 

Esa práctica puede pensarse como un ejercicio que en lugar de concentrar el poder y cerrarlo, lo abre, para que se multiplique, cosa que de varios modos ocurre también con la energía y la fertilidad que se perciben en las producciones agroecológicas.

 

El cuco o el consenso

En su whatsapp Levaggi tiene las fotos de sus hijxs Aluén (10) y Amanda (7), y contactos con todo el escenario político imaginable, entre otras cosas. Su cable a tierra es correr ("y es el momento en el que más ideas se me ocurren") y tiende a no tener huecos de agenda: "En el tiempo libre, trabajo". Cuando está en familia se distrae viendo alguna película. "Prefiero las comedias. De vida real ya tengo bastante con lo que hago".

 

Su cargo en el Mercado: "El presidente aquí es como un conserje, el administrador de un consorcio. El mercado les alquila el lugar a los operadores, que son los que trabajan a partir de la oferta y la demanda. Por eso aquí otros que estuvieron se hacían traer a las 10 de la mañana, se quedaban un rato, almorzaban, y se iban. Nosotros no somos eso. Venimos a hacer lo nuestro, que es lograr que haya una alimentación sana, segura y soberana. Para eso, hay que gobernar lo que hay. Lo que queremos hacer tiene poco que ver con la operatoria diaria que hay en el Mercado, pero a la vez esa operatoria puede influir en lo que queremos hacer".

 

Ejemplo: al llegar al Mercado Central convocó a los operadores. "Estaba el cuco de que yo venía a destruir esto, a armar algo paralelo. Lo que hicimos fue organizar todo el protocolo para la pandemia y ponernos a trabajar. El segundo día hicimos el Compromiso Social de Abastecimiento. Había muy malas experiencias con los temas de precios máximos que después eran mentiras, porque encontrabas dos bolsas de papas a ese precio máximo y el resto al triple". No lo dice, pero la referencia obvia es a la gestión de Guillermo Moreno al frente de la Secretaría de Comercio. "Entonces hubo momentos de mucho maltrato y nada de consenso. Y acá estamos hablando de números con muchos ceros".

 

Levaggi eligió lo contrario: "Planteamos que estamos en una situación social gravísima. A mí me estaban pidiendo poner precios máximos pero dije no: si pongo precios máximos voy a tener que poner precios sostén, pero, ¿cómo los pago, cómo lo operativizo? Decidí buscar el acuerdo, el consenso, hablar con todos y transparentar los precios. Y eso me fortaleció, porque es más fuerte el poder del consenso que el institucional que yo pueda tener. Y ese consenso es mucho más fuerte que poner un precio tope. Repartí el poder con los operadores". De hecho algunos precios mayoristas, como la papa, estaban a 17 pesos, luego a 19 y luego bajó a 15.

 

"Después armamos lo de los bolsones de comida a 100 pesos para organizaciones sociales, clubes, iglesias, y ahora se suman municipios. Ya llevamos repartido un millón de kilos. Nosotros pusimos la estructura, le propusimos a los operadores que pusieran los fletes gratis, las organizaciones hicieron el trabajo militante y así pudimos garantizar que lleguen a la gente al precio mayorista que hay aquí". Llama a esto "gobernanza": "Aterrizar, conocer, entender, integrar nuestras ideas a la realidad y a los tiempos de acá adentro".

 

Hubo choques frontales, por ejemplo por un video de oenegés bienintencionadas, en el cual además participó la UTT, que planteaba que la subida de precios durante la pandemia era producto de la especulación de los mercados concentradores. "Acá están mirando cada palabra que decimos, encontraron el videíto, y eso además no es así. La culpa no la tiene el mercado concentrador, sino la especulación, el agronegocio, la concentración económica. Pero el Mercado tiene que existir, porque nuestra propuesta de la UTT, del productor al consumidor, no es masificable a 13 millones de personas, ¿se entiende? Entonces no sirve pensar que esto es una cueva de malos, donde todos son iguales. No lo digo porque ahora estoy aquí. Lo digo porque es inexacto. Si pensás la economía real, no la de nuestra porción de los sectores populares, te das cuenta de que todo es mucho más complejo: no es que vos sos buenito y el resto es malo, y todo igual de malo. Lo que sí hay que hacer es plantarse fuertemente. ¿Vos estás en desacuerdo con que la gente que no tiene plata pueda comer? Ahí yo creo que la mayoría de la gente no es mala. Apoya el bien. Pero en esta sociedad está todo distorsionado para que lo bueno parezca malo y lo malo parezca bueno. Igual, como funcionario no podés pararte en la pureza de una construcción, tenés que mirar integralmente, incluso los intereses que se chocan, para concretar políticas integradas que no sean solamente consignas, sino hechos".

 

Cree Levaggi que ese planteo no implica modificar los valores "ni en medio centímetro. El que los modifica es porque quiere". ¿Cómo tomar la situación con un gobierno que a la vez está favoreciendo la fabricación de agrotóxicos y el incremento de las fumigaciones y los transgénicos? "Para mí es todo más complejo que pensar que Alberto Fernández promueve los agrotóxicos. Hay muchas complejidades. Luis Basterra (ministro de Agricultura) promueve y valora la agroecología pero hay millones de hectáreas que no son agroecológicas y que también hay que gobernar. Nosotros vamos a seguir diciendo que los agrotóxicos matan y que hay que promover la agroecología".

 

Ver la transformación

El Mercado Central es un lugar muchas veces bajo sospechas y denuncias: barrabravas dependientes de poderes económicos y políticos enquistadas en algunas de las cooperativas de carga y descarga, tráficos no solo de lechugas, y mucho de lo que en el saber popular se relaciona con la palabra mafia. Levaggi razona: "No es todo así, hay que poder diferenciar y entender cómo y con quiénes construir algo distinto. Yo me planteo tres cuestiones a partir de las cuales se puede actuar: lo racional, lo legítimo y lo legal. Esa es la línea divisoria, que aquí nunca se planteó".

 

¿Cómo puede favorecer el Mercado a un proyecto agroecológico? "Aquí hay un laboratorio buenísimo, que es el que analiza las frutas y verduras que llegan. Cuando se pasan de tóxicos, se decomisan. Vamos a hablar con los operadores para que promuevan la agroecología entre los productores para evitar justamente esos decomisos, con un programa financiado desde el Mercado. La propuesta agroecológica no va contra la ganancia ni de los productores ni de los operadores. Mientras vean que no van a ganar menos plata, eso va a crecer. El problema en todo caso son las multinacionales de agrotóxicos, pero los actores de la comercialización y la producción tienen que ser aliados en esa promoción en la que nuestro laboratorio además puede hacer una certificación agroecológica. Y con una demanda de alimentos sanos cada vez mayor, porque a cualquiera que le pregunte si prefiere verduras con químicos o sanas, ya sabemos lo que contesta. Yo creo que el alimento no puede ser tomado solamente como una mercancía, sino que es un derecho, pero no puedo desconocer que se rige por oferta y demanda desde la quinta: entonces tenemos que lograr incluir a todos, desde el productor, en esta idea". 

 

Otro proyecto: estimular el rol del Mercado como comprador de frutas y verduras para abastecer al Estado, lo cual tendría un enorme impacto en toda la producción (también la pequeña). "Es una de nuestras propuestas históricas y provocaría una transformación material, real, más allá de poner un puestito simbólico en el Mercado". Allí centra Levaggi la posibilidad de su gestión: "Este es un canal, pero no es el lugar de la transformación. Es la herramienta para que la transformación sea en el territorio, en la producción". Por eso la UTT, aparte de todo esto, continuará insistiendo con la Ley de acceso a la tierra, un Procrear rural que permita que los pequeños productores puedan comprar sus tierras con créditos blandos, en lugar de dilapidar lo que ganan en arriendos imposibles. Otro aspecto del proyecto: que se promueva el uso de tierras fiscales en desuso o en mal uso, para crear colonias agrícolas. "Ya hablamos con el bloque oficialista en Diputados y esperamos que esto pueda avanzar lo más pronto posible".

 

Dice Nahuel que no corre riesgo de mimetizarse con el poder –tema tantas veces verificado– y mientras sigue buscando ejercer su trípode en el Mercado (racional, legítimo y legal) reconoce que el coronavirus no le hizo ver algo nuevo: "Ya sabía que es todo un efecto de la destrucción ambiental, el extractivismo, los modelos de producción y de alimentación. Pero a la sociedad le demuestra cómo son las cosas. Cuando vienen épocas así, donde la vida está en juego, la alimentación vuelve a ser vista como algo fundamental. Son los momentos para decir una sola cosa: ¿Vieron?".

 

Fuente: https://www.lavaca.org/mu147/mercado-libre-nahuel-levaggi-presidente-del-mercado-central/

 

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CALENDARIO AGROECOLOGICO 2020

 

JUNIO

* viernes 5 junio, Día Mundial del Medio Ambiente

* domingo 21 junio, Día del Padre

* domingo 21 junio, Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía

* miércoles 24 junio, Día del Campesino, Inti Raymi, feriado

* lunes 29 junio, San Pedro y San Pablo, feriado

* martes 30 de Junio, día nacional de los granos andinos: quinua, kañiwa, kiwicha, tarwi.

JULIO

* lunes 6 julio, Día del Maestro

* sábado 11 julio, Día Mundial de la Población

* martes 28 y miércoles 29, Fiestas Patrias, feriados

AGOSTO

* Domingo 06 de agosto Día del Agrónomo en el Perú, para conmemorar la fundación de la Universidad Nacional Agraria La Molina

* miércoles 9 agosto, Día Internacional de las Poblaciones Indígenas.

* sábado 12 agosto, Día Internacional de la Juventud

* miércoles 19 de agosto (1989-2020) Trigésimo primer (31) aniversario RAE Perú

* sábado 22 agosto, Día Mundial del Folklore

* jueves 27 de agosto (2011-2020) Noveno Aniversario del Mercado Saludable de La Molina

* domingo 30, Día de Santa Rosa de Lima. Feriado

SETIEMBRE

* martes 1 setiembre, Día del Árbol

* sábado 12 setiembre, sexto aniversario de la Red de Ferias y Mercados Ecológicos

* miércoles 16 setiembre, Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono

* lunes 21 setiembre, Día Internacional de la Paz.

* miércoles 23 setiembre, Día de la Juventud y la Primavera.

* 23 al 27 de setiembre. Perú, mucho gusto, en Lima

 

OCTUBRE

* XVI ENAE Encuentro Nacional de Agricultura Ecológica en Ayacucho

* jueves 8, Combate de Angamos, feriado

* jueves 15 octubre, Día Mundial de la Mujer Rural

* viernes 16 octubre, Día Mundial de la Alimentación

* lunes 19 octubre, (2007-2020) Décimo tercer aniversario de la Plataforma PERÚ País LIBRE DE TRANSGÉNICOS

* jueves 29 octubre, (2004-2020) décimo sexto aniversario de la Red Peruana de Comercio Justo y Consumo Ético

NOVIEMBRE

* domingo 1, Día de Todos los Santos, feriado

* sábado 7 noviembre, (2002-2020) décimo octavo aniversario del Comité de Consumidores Ecológicos

* martes 10 noviembre, Día del Libro

* martes 17 noviembre, (1998–2020) Aniversario 22 del Grupo EcoLógica Perú

* viernes 20 noviembre, Día Universal de los Derechos del Niño

* miércoles 25 noviembre, Día Internacional de la NO Violencia contra la Mujer

* domingo 29 noviembre, (1978-2020) el Centro IDEAS celebra su 42 aniversario

DICIEMBRE

* martes 1 diciembre, Día de la Prevención del SIDA

* jueves 3 diciembre, Día Internacional del No Uso de Agroquímicos.

* jueves 3 diciembre, Día nacional de la promoción de la Agricultura Ecológica.

* sábado 6, (1999-2020) Vigésimo primer Aniversario de la BioFeria de Miraflores.

* jueves 10 diciembre, Día de la Declaración de los Derechos Humanos

* lunes 14 diciembre, día del Cooperativismo Peruano

* viernes 25 diciembre, Navidad, feriado

* viernes 1 de enero 2021, feriado

 

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BIOCOMPARTIENDO # 26 - 2020

¡ Por una vida sana y feliz, libre de transgénicos cancerígenos !

¡ Quédate en casa ¡

Viernes 12 de junio de 2020

 

Editor: Fernando Alvarado de la Fuente

 

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  • Consorcio Agroecológico Peruano - CAP

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