Marketing e Negocios

CASO PRACTICO: La Comercialización Agrícola en los tiempos del Coronavirus

Escribe: Percy Medina Morales M.Sc.

Siempre hemos escuchado decir a los teóricos que la cadena de comercialización de productos alimenticios es muy larga, porque después que el agricultor obtiene su cosecha hasta comercializarla, pasa por varios intermediarios; siempre hemos escuchado decir que los comerciantes son los que se enriquecen a costa de los pequeños productores;  siempre hemos visto a los productores de arroz, papa, maíz o café protestando por los bajos precios y la falta de apoyo y, en contadas oportunidades, algunos gremios obteniendo acuerdos con los ministros de turno; también he escuchado a los especialistas decir que debemos industrializar la producción agrícola.

Por qué se dice que la cadena de comercialización de productos agrarios es larga?; sencillamente porque el productor vende al agiotista de su pueblo, este al comerciante del distrito y este a su vez al comerciante provincial, y así sucesivamente hasta llegar al consumidor final.

Acostumbro ir al Mercado de Productores de Santa Anita, al menos una vez a la semana, y nunca he visto que allí se venda arroz camanejo (tampoco voy a comprarlo porque, gracias a mi familia, siempre tengo mi "dotación anual"), y me llama la atención la gran cantidad de arroz importado que se comercializa, con precios similares a los de otras zonas arroceras del país. Recuerdo una ocasión, cuando era adolescente, enviamos nuestra cosecha de arroz a Lima; sin conocer los tejes y manejes de la comercialización llegamos al Mercado de Productores de Santa Anita, el transportista nos contactó con un comerciante apodado "gavilán". Entregamos el arroz en la mañana y en la tarde nos pagaron. Al final pagamos al señor Quintanilla, nuestro transportista, al señor Pacheco, el Moliner, nos quedamos con los subproductos de la cosecha y la utilidad nos alcanzó para comprar un automóvil Dogde para la familia.

Ayer me comuniqué con mi hermano Cesar, productor arrocero de Camaná, para saber cómo la familia está enfrentando el Coronavirus, y aproveché para preguntarle cómo le fue en su cosecha y me dijo, como cada año, ¡Muy bien hermano, buena cosecha!; y el precio, le dije?, está mejor que el año pasado, me respondió, y añadió, pero ahora ya no hay comerciantes. Le pregunté, ¿cómo? La policía los corrió por la cuarentena. Y ahora qué vas a hacer para comercializar tu arroz? César me respondió: no hermano ahora el comercializador de Lima se comunica directamente con el molinero y hace su pedido. Nosotros nos ponemos de acuerdo entre 5 y 10 productores, organizamos el volumen, ordenamos el pilado y despachamos dos o tres camiones hacia Lima. ¿Y el pago? Antes de despachar los camiones tomamos fotos del embarque, le enviamos por WhatsApp al comprador y listo. ¿Y el pago?, insistí. El comerciante abona al molinero, este nos comunica y nos paga de acuerdo a la cantidad de arroz que cada uno autorizó. Es decir, ya no tengo que ir al banco, ni buscar a los comerciantes aquí en Camaná, ni tanta vaina, el Coronavirus nos ayudó, ¡exclamó!

Lo contrario le ocurre a mi hermano Mauro Retuerto, un pequeño productor frutícola de Huaral. Le pregunté sobre la cosecha de palta y me contestó que todavía no había cosechado, que el Coronavirus había espantado a las empresas procesadoras. En los frutales por lo general la cadena de comercialización es más corta.

Oído a la música como decía un distinguido periodista, ahí está la oportunidad para que el Minagri pueda promover cuatro estrategias. Primero, la organización de los pequeños productores. Segundo, la comercialización directa a través de los mercados itinerantes. En tercer lugar, la industrialización de la producción a través de la dotación de pequeñas máquinas para dar valor agregado a los productos. Y, la cuarta, promover la agroexportación de los pequeños productores.