NARCOTRAFICO EN COLOMBIA:
"LA MUERTE QUE VIENE DEL CIELO"
NOTA DE REDACCION.- Este es parte de un artículo publicado en el prestigioso Periódico Le Monde Diplomatic de Francia en el año 2002. Hace un unos meses atrás estuve en un encuentro con alcaldes en la frontera de Ayacucho y el Cusco-- el distrito de San Francisco-- la misma cuna del VRAEM y del narcotráfico, que está en los límites de los ríos Ene, Apurímac y el Mantaro y converse con colonos y dirigentes de las zonas nativas y me decían que los cultivos alternativos al sembrío de la coca que promueve el gobierno no funcionan por bajos precios, y que ellos prefieren vender su coca a los intermediarios porque les pagan el doble de su precio que paga la entidad estatal ENACO por su arroba de coca. Finalmente diría que en Colombia la muerte viene del cielo y en el Perú la muerte de los nativos viene de todos lados. Lea a continuación el artículo de Lemon Diplomatic sobre el narcotráfico en Colombia:
La erradicación de "cultivos ilícitos" mediante productos químicos produce en realidad un daño ecológico que afecta la salud y las posibilidades de supervivencia de los sufridos habitantes de los países involucrados. En Colombia son empleados de manera ilegal e indiscriminada agentes químicos de altísima peligrosidad. Una estrategia que ante el incumplimiento de las promesas, sólo consigue desplazar los cultivos.
Los aviones aparecieron entre la bruma y el sol de las seis de la mañana del 8 de julio pasado. Detrás venían los helicópteros de la policía colombiana encargados de protegerlos. Eran cuatro y volaban muy bajo, girando en torno al cerro Lerma, una estrecha montaña que se levanta hacia el cielo como un afilado dedo. Comenzaron a disparar con ametralladoras. ¿Contra qué? Vaya uno a saber: en el cerro no hay nada. ¿Contra los guerrilleros? Gracias a Dios, la lucha armada no llegó hasta aquí. No; tiraron para asustar a la gente. Luego, cayendo en picada como aves de presa, volviendo a subir y lanzándose en picada otra vez, los aviones descargaron su veneno. Una nube química cayó sobre el café, las bananas, la yuca. "¿La coca? ¿Qué coca? ¡Dígame donde hay coca por aquí!"
Doscientos habitantes pueblan Santa Inés, vereda1 encaramada en el centro del macizo colombiano, en el que nacen las tres cordilleras y los tres grandes ríos del país. Los vehículos solo llegan hasta Sucre, población acurrucada mucho más abajo. Para subir hasta Santa Inés hay que tomar un sendero de cabras hasta llegar al "camino real", tan real, que un caballo avanza por él a paso de mula, y una mula, aún más despacio. Para tener una idea: hace ocho meses que no llega un médico al pueblo. A 4.000 pesos la consulta2, más el precio de los medicamentos, no vale la pena que se moleste en venir. Aquí no hay ni dinero ni electricidad.
Los aviones prosiguieron las fumigaciones sobre los cultivos supuestamente ilícitos durante varios días. Todo el mundo puede jurarlo por la Virgen: ya no hay más coca. Nada de nada. Verdaderamente, muy poco. En todo caso, mucho menos que antes. Luego de la primera vez que el ejército arrancó las plantas, todo el mundo se dedicó al café. Pero con esta lluvia tan irregular, los cafetales se secan. Igual que la yuca, las bananas, el maíz y los porotos. Forzosamente, lo mismo pasa con la coca. La tierra ya no quiere producir. Los monos mueren envenenados; los finqueros lo comprobaron.
En las alturas, en la parte fría de la montaña, existe una fuente de agua que a través de frágiles cañerías surte las veredas de los alrededores. Los rapaces de acero no la tuvieron en cuenta. Quiérase o no, hay que consumir esa agua. Como lo hizo el marido de Blanca Olivares. "Tiene fiebre, dolores de estómago, de cabeza, vómitos". Al igual que sus hijos (por no hablar de los veintiséis pollos que pasaron a mejor vida). Cincuenta y dos enfermos en la vereda, algunos de ellos incapaces de mantenerse en pie. Encefaleas, dolores abdominales, diarreas, mareos, náuseas. "El virus que tiene la gente se debe a la fumigación. El aire está contaminado, como suele decirse", afirma un campesino.
La explicación puede parecer empírica. Sin embargo coincide con la de Luis Eduardo Cerón, médico de Sucre que finalmente subió hasta la aldea el 18 de julio. "Examiné a los pacientes. Todos presentan los mismos síntomas. Se trata de intoxicaciones provocadas por organofosforados. Las posibles consecuencias dependen de qué tipo de tóxico se trate. Yo lo ignoro. Imposible hacer cualquier pronóstico". A pocos pasos de allí, con los puños sobre los ojos, Marlene confiesa su desesperación. "Yo estaba arriba cuando fumigaron, y tomé agua. Estaba embarazada de siete meses y perdí mi bebé". Rompe en llanto, y agrega: "Tengo dieciocho años, era mi primer hijo y yo estaba feliz de tenerlo". Mordiéndose los labios, se derrumba: "Ellos me lo mataron"…
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Néstor Roque Solís Consultor y Periodista
Huacho, 24 de Enero 2015
De: Lorenzo Castillo <lcastillo@juntadelcafe.org.pe>
Para: 'Agronegociosenperu' <agronegociosenperu@googlegroups.com>
Enviado: Sábado, 24 de enero, 2015 17:03:08
Asunto: [GA] Cómo van las finanzas del narcotráfico?
Estimados amigos
Compartimos un interesante reporte sobre los resultados del combate al narcotráfico en Colombia.
Si dimensionáramos los resultados por acciones similares en Perú, apreciaremos la distancia de resultados entre ambos países
Recomendamos su lectura y comentarios
Atentamente
Lorenzo Castillo
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