El impacto de Qali Warma en el agro peruano






Artículo publicado en La Revista Agraria Nº 158. (Carolina Trivelli)

En nuestra historia reciente hemos pensado de manera errónea que los programas sociales alimentarios debían tener como objetivo favorecer a los productores agropecuarios. Los programas sociales alimentarios tienen como objetivo entregar alimentos a sectores vulnerables para satisfacer una necesidad, una carencia o para potenciar y apoyar algún objetivo mayor, como por ejemplo que nuestros escolares tengan más energía para enfrentar, de mejor manera, el desafío de la jornada escolar. La pregunta, sin embargo, sigue siendo si pueden hacer ambas cosas: cumplir con el objetivo de entregar complementos alimentarios de manera efectiva y, a la vez, generar condiciones favorables para los productores agropecuarios.

El Pronaa sólo beneficiaba a unos pocos

A partir del cierre del Pronaa(2) y de la creación de Qali Warma(3), mucho se ha discutido sobre el tema. En varios foros, los gremios agropecuarios exigían a Qali Warma una serie de mecanismos de trato directo con productores y sus organizaciones, justamente para lograr mantener el objetivo de priorizar compras del Estado al sector agropecuario, en particular a los pequeños productores. La experiencia previa, la del Pronaa, no era un buen punto de inicio. Pronaa compraba pocos productos y los montos que compraba, a pesar de lo que se buscaba hacer creer, eran relativamente pequeños (en arroz, por ejemplo, no se compraba más del 2% de la producción nacional) y terminaban beneficiando a unos pocos productores u organizaciones.

Hay varios estudios que demuestran el poco impacto que tenía el Pronaa en mejorar precios y ampliar oportunidades de mercado para la gran mayoría de productores agropecuarios. Solamente aquellos pocos que lograban venderle a esta entidad, sí veían ahí una buena oportunidad, obtenían un mercado seguro, buen precio y poco control de lo que entregaban, penalidades que se perdonaban, plazos que no había que cumplir, etcétera. El costo de ello es que los niños recibían productos de mala calidad o simplemente no los recibían. Esa lógica no generaba nada bueno y, más bien, alentaba todas las malas prácticas que terminaron construyendo el camino hacia el cierre del Pronaa.

Los cambios planteados por el «Niño Vigoroso»

El nuevo programa, Qali Warma, partió proponiendo cambios en cuatro aspectos clave: diversificar los alimentos que se entregan; incluir alimentos y preparaciones de cada localidad o región; reducir las unidades de compra a un distrito, para promover la participación de proveedores locales; y comprar la canasta completa, es decir, el proveedor debía entregar todo —alimentos perecibles y no perecibles— y entregar la canasta en cada escuela. Estos proveedores del programa podrían ser asociaciones o consorcios o tendrían que comprar a productores locales, sobre todo en el caso de los alimentos perecibles. Además, Qali Warma dejó claro que, en caso de conflictos, siempre se debía anteponer el objetivo del programa y el beneficio de los usuarios (los niños y niñas), antes que los intereses de los proveedores, incluso cuando estos intereses fueran legítimos. La razón de ser de Qali Warma es llevar alimentos variados, todos los días del año y con contenidos locales, a las escuelas públicas.

Qali Warma tiene el mayor interés en lograr que los productores locales abastezcan el programa, ahí ganan todos, pero solo si la relación se basa en la competencia y no en el privilegio o la componenda. Por ello, hay aún mucho camino por recorrer en esa materia, hay mucho por hacer. Sin embargo, debe destacarse que si la prioridad de Qali Warma no es la relación con los productores locales, igual trae un gran efecto positivo para el sector agropecuario. Por ejemplo, en 2013, Qali Warma programó compras de 4,236 toneladas de arroz, 2,914 toneladas de papa blanca, 1,389 toneladas de camote amarillo y 867 toneladas de habas frescas, por mencionar algunos alimentos.

Rescatando los insumos locales y las tradiciones

Hoy, hay un efecto de Qali Warma en los mercados agropecuarios, básicamente por su escala y localización. Recordemos que este programa entregó 3.4 millones de raciones diarias a 2.6 millones de niños y niñas en 2013 y que atenderá a 2.8 millones de niños y niñas, 191 días del año, en 2014. Nunca un programa atendió a tantos niños ni llegó a los sitios más alejados. A pesar de los problemas que ha enfrentado, el programa representa un avance en materia de programas alimentarios. Por supuesto que hay que documentar estos procesos para mejorar y ampliar su impacto, sin alterar sus objetivos. Hay una agenda de trabajo para mejorar procesos y lograr cumplir con los requisitos del programa. Esta agenda no depende de Qali Warma, sino de otras entidades promotoras, como el Minagri o Sierra Exportadora, por ejemplo, con quienes se viene trabajando en casos atractivos como la cadena de quesos maduros o el trabajo con las plantas pasteurizadoras de lácteos. Esto recién comienza y falta mucha agenda por trabajar y más actores por convocar, tanto en la articulación de las cadenas productivas como en la certificación de la calidad de los productos.

Pero hay un efecto adicional, que solemos no valorar, pero que a la larga es tan o más importante que las cantidades y los precios a los que compre Qali Warma en cada localidad: el programa está apoyando procesos de alimentación variados, con insumos locales, y respetando tradiciones culinarias regionales. Esta característica se traduce en madres y padres de familia preparando nuevas recetas o recuperando tradicionales formas de alimentación; se traduce en niños celebrando el recibir productos de su zona o probando nuevos productos, como sucedió con los niños de Taquile (isla ubicada en el lago Titicaca) probando quesos, o con escolares de Lima probando pan con paté; significa maestros utilizando los alimentos para explicar historia, cultura, sociedad, para apoyar procesos de valoración de nuestra identidad, de nuestra diversidad.

Qali Warma está introduciendo nuevos y viejos productos en las dietas de nuestros niños y niñas, de sus familias, de sus escuelas; está apoyando los procesos que desde el sector salud se vienen implementando para generar una cultura de alimentación sana que combina lo nutritivo con lo nuestro, con la diversidad, con la cultura local, con nuestra gente y nuestra historia. Es un cambio fundamental donde ganaremos todos, consumidores y productores, donde el resultado será una demanda creciente por diversos productos agropecuarios, no solo desde grandes y lujosos restaurantes, sino, sobre todo, desde las dietas domésticas, diarias, desde cada canasta de compra en el mercado. Ahí está el mayor negocio para los productores agropecuarios: que haya más demanda por sus productos en todo el país.

Notas
1 Exministra del Midis.
2 El Programa Nacional de Asistencia Alimentaria (Pronaa) fue creado en 1992 y funcionó durante veinte años.
3 Programa Nacional de Alimentación Escolar Qali Warma (Niño Vigoroso), creado en mayo de 2012 con el fin de brindar un servicio alimentario a niños y niñas del nivel inicial (a partir de los 3 años de edad) y primario.







 


 
 
 

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