«El problema es que cada ministro de Agricultura quiere implementar sus propias políticas de intervención»


Entrevista de LA REVISTA AGRARIA a Juan Rheineck, exviceministro de Agricultura

Durante casi dos años, Juan Rheineck Piccardo se desempeñó como viceministro de Agricultura del actual gobierno; fue una larga gestión, que le permitió conocer, por dentro, la institucionalidad gubernamental y burocrática del sector agrario. Rheineck —agricultor e ingeniero agrónomo de profesión— tiene más de cuarenta años de experiencia en el sector. Fue director ejecutivo del Centro Peruano de Estudios Sociales (Cepes), consultor para diversos organismos públicos nacionales e internacionales, y miembro del consejo directivo de Conveagro. En la siguiente entrevista reflexiona sobre las políticas agrarias realizadas en estos dos últimos años y sobre los desafíos de lograr la institucionalidad del sector agrario.

LRA: ¿Cuál es la experiencia que rescatas de tu labor de dos años como viceministro de Agricultura? ¿Cuáles son los logros o frustraciones que has experimentado?
JR: El trabajo en el ministerio fue una experiencia muy especial. Cuando el ministro Miguel Caillaux me convocó (en agosto de 2011), pensamos en desarrollar un ministerio cualitativamente diferente al que recibimos. Quisimos, primero: buscar que su estructura fuese directamente funcional a los productores a los que nos debíamos (campesinos y pequeños y medianos agricultores); segundo: tomar en cuenta a las organizaciones agrarias, como Conveagro, las juntas de regantes, los gremios agrarios, las comunidades campesinas, entre otros; y a los gobiernos regionales y locales (por la importancia de la descentralización); y tercero: implementar políticas públicas orientadas al desarrollo productivo de los sectores largamente mayoritarios, pero poco atendidos.
Con el ministro Luis Ginocchio pusimos el acento principal del ministerio en el fortalecimiento de la competitividad y la asociatividad de los campesinos y pequeños y medianos agricultores. Impulsamos la propuesta del Repa1, pero, lamentablemente, no pudimos encontrar mecanismos para que esta propuesta se concrete en el Congreso. Creo que se debe insistir en ella.
Y con el ministro Milton von Hesse, el acento central fue orientar nuestras acciones a la sierra y la selva. Se logró duplicar el presupuesto del sector y además se destinaron mil millones de soles para la ejecución de obras de infraestructura en las comunidades ubicadas por encima de los 1,500 metros sobre el nivel del mar, a través del fondo Mi Riego.

LRA: Es una información de voluntades y buenos deseos que grafica tu intervención. Pero, concretamente, ¿cuáles fueron las principales políticas dirigidas a los sectores más empobrecidos y marginados?
JR: Una primera medida que destaco fue la disposición de abaratar los costos de producción de los agricultores, relacionados con el uso de los insumos agrarios. Esto favorece especialmente al pequeño agricultor, abaratando los costos de plaguicidas. Dicha norma, el D.S. 001-AG-2012, si se promueve y usa bien, puede fortalecer la asociatividad empresarial de los agricultores. Promulgarla significó una larga lucha, desde el inicio de esta administración. En la actualidad, los gremios y asociaciones de productores agrarios pueden importar productos garantizados en calidad e inocuidad, y más baratos.
Una  segunda medida —de gran trascendencia— fue sacar adelante el IV Censo Agropecuario, con una comprometida coparticipación con el INEI2, para actualizar la información que venía atrasada más de dieciocho años. Un tercera política que asumimos fue establecer el diálogo y las puertas abiertas en el ministerio: se atendió a representantes de todo tipo de organizaciones: públicas, privadas, sindicales; en particular, a los dirigentes de las organizaciones de campesinos, pequeños, medianos y empresarios agrarios. Un cuarto logro fue que trabajamos en la transformación de Agrobanco, al que encontramos casi quebrado: impulsamos un proceso sostenido, y ahora el banco es un ente financiero que apoya con financiamiento y asesoría a la agricultura y a la ganadería nacional.
En quinto lugar, debo destacar el accionar, durante la actual gestión gubernamental, del Programa de Compensaciones para la Competitividad (Agroideas), donde se atendieron tres tipos de incentivos: asociatividad, gestión empresarial y adopción de tecnología. En dos años de intenso trabajo se benefició a más de 150 organizaciones; 12,000 campesinos y pequeños productores asociados empresarialmente; y más de 55 mil hectáreas beneficiadas; todo esto con una inversión aproximada de 100 millones de soles.  El  Estado peruano dio un aporte de 70 millones y las organizaciones que accedieron a este apoyo aportaron 30 millones.  Agroideas está generando institucionalidad, formando empresas, y promoviendo el valor agregado de la producción. Quizá lo avanzado es aún insuficiente, pues para replicar masivamente un programa de apoyo como este se requeriría de cientos de millones de soles más. Eso depende de un nuevo incremento, mucho más sustancioso, por parte del Estado. Desarrollar y dinamizar la economía en el campo es fundamental para lograr la inclusión a la que  todos aspiramos.

LRA: En el tema de la elaboración de políticas sobre seguridad alimentaria se presentaron varias divergencias entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo. ¿El proceso seguirá avanzando? ¿Llegaremos a contar con un Plan de Acción y una Estrategia Nacional sobre seguridad alimentaria?
JR: Como lo expresa el llamado Año de la Inversión del Desarrollo Rural y de la Seguridad Alimentaria, hemos sido persistentes con este compromiso. Cuando digo «hemos sido» me refiero a todos los sectores públicos y a una gran participación de la sociedad civil organizada: es un buen ejemplo de lo que se puede hacer cuando se reúnen ambos actores. Pero también se necesita que el Legislativo y el Ejecutivo se pongan de acuerdo en sus planteamientos. Sobre esto último, con la colaboración especial de la FAO3 se han logrado reuniones entre el Minagri y el Congreso: congresistas —como Yehude Simon, Tomás Zamudio y otros— de diversas bancadas han participado con entusiasmo, en julio último, en definir una política que recoja lo mejor de ambas propuestas. Se tiene la Estrategia terminada, lo mismo que el Plan de Acción. Estos instrumentos de política son muy importantes, pero si la población y el mismo gobierno no las asumen como propias y con entusiasmo, es poco lo que se habrá logrado.

LRA: La Autoridad Nacional del Agua (ANA) —donde fuiste presidente del consejo directivo— aún es considerada como una instancia pública deficiente, que no presta un servicio adecuado a las demandas de la población. Lo mismo se dice del Senasa.
JR: No concuerdo con esa afirmación, y no es porque haya tenido un alto cargo en ese consejo directivo. Creo que ambos organismos, ANA y Senasa, si bien acarrean problemas, son un buen ejemplo de poner seriedad en aspectos tan complejos como el manejo del agua y la sanidad vegetal y animal. Recibimos una ANA destartalada, sin principios, desorganizada, insolvente y partidarizada. En los dos años de gestión de Hugo Jara se hicieron esfuerzos extraordinarios para cambiar esa situación. Me consta el esfuerzo de su equipo de profesionales para aplicar una política transparente en la gestión del agua; quizá con errores, quizá con problemas, pero ¿dónde no los hay en verdad? Respecto al Senasa, la gestión de Óscar Domínguez y de sus funcionarios tuvo como política apoyar el desarrollo de una agricultura y ganadería eficientes. Uno de los resultados es que el Perú sea considerado como «País Libre de Fiebre Aftosa». Además, no han escatimado esfuerzos en luchar contra la mosca de la fruta y otras plagas, que hacían insostenible la exportación de alimentos a otros países.

LRA: Viajaste mucho por el interior del país. ¿Cómo evalúas esos viajes?
JR: Muy duros, algunos. Estar en plazas llenas, en mesas de diálogo complicadas y demandantes por horas y horas, con una población  descreída e impaciente  por obvias y muchas  razones, no es nada sencillo. Recuerdo que en Cajamarca, en medio de las protestas contra el proyecto Conga, las radios y los canales de TV me pidieron una entrevista en plena Plaza Mayor. Se formó un  grupo de protesta, y una mujer,  con mucha ira, me gritó: «Gringo, ándate a tu país». Quise dialogar con ella, pero no terminaba de insultar. No obstante, en la conversación tirante que se dio, logré explicarle que comprendía su malestar, y nos pusimos a escuchar los puntos de vista de una población, por cierto, enardecida. La verdad es que mi pinta es como la de un gringo, a lo «Yanacocha», como me comentaron risueñamente los compañeros que me acompañaban. Pero uno aprende a saber escuchar a una población insatisfecha y decepcionada de todo. 
También fue duro el viaje a Santo Tomás, en Chumbivilcas. Una travesía de muchas horas, en época lluviosa, con la plaza llena y la población expectante. «Fuera minas, viva el agro», era la consigna de todo el día y toda la noche. Arribamos a resultados  muy interesantes, pues, luego de escuchar sus problemas, observaban que los compromisos que asumíamos eran serios.
También recuerdo el viaje a Yurimaguas, en Loreto. Junto con diversos parlamentarios, otros viceministros, y autoridades  regionales y locales, estuvimos catorce horas seguidas escuchando los reclamos de la población sobre el deterioro del medio ambiente y los daños ocasionados al bosque por grandes empresas. Reclamos justos, sin duda, de una población que se hartó de engaños. Y se encuentran soluciones si se actúa con buena fe, que es lo que hace que estas jornadas se vuelvan relevantes y necesarias. Y muchos otros contactos con pobladores de las comunidades campesinas, con los compañeros de Alpachaca, o en la querida Andahuaylas; audiencias públicas en muchas ciudades y pueblos: en Vinchos, Huanta, Huamanga, Jauja, Huancayo, pueblos olvidados de Huancavelica; es decir, paro de contar. Gratificante; una experiencia dura, donde realmente conoces y aprendes de los problemas que aquejan a los más pobres del país.

LRA: El Minagri está atravesando una reorganización, y ahora cuenta con dos viceministerios. ¿Crees que está preparado para atender, con recursos y con equipos, a la población más necesitada del sector agrario?
JR: Lograr la institucionalidad es un reto difícil. Con Caillaux, el primer ministro de Agricultura de este gobierno, se empezó a trabajar una reorganización en el segundo semestre de 2011, que se frustró con el cambio que sobrevino en diciembre de ese año. Su gestión solo duró cinco meses. Luego, con el nuevo ministro, Ginocchio, se tuvo un planteamiento interesante, que no buscaba una reestructuración total del ministerio, sino establecer con claridad que este debía tener, por un lado, responsabilidades agrícolas y, por otro, responsabilidades orientadas a la ganadería. Su gestión duró siete meses. Luego, el tercer ministro, von Hesse, evaluó que la propuesta debía ser trabajada de nuevo, descartando todo lo avanzado. Al final, se tiene al Minagri con una estructura que intenta ordenar las orientaciones del sector en dos vías: hacia las políticas y hacia la ejecución de obras. El problema es que cada ministro quiere implementar sus propias políticas de intervención en el sector, sin tomar en consideración que se trata de un mismo gobierno y que los objetivos y lineamientos de política deben estar alineados a estos propósitos. Esto genera gastos innecesarios y mucho desgaste en lograr la institucionalidad del sector.

LRA: Pero, además de estos aspectos burocráticos, ¿existieron divergencias de fondo con el actual ministro von Hesse?
JR: La divergencia más relevante con él estuvo relacionada con algunas políticas agrarias, principalmente, sobre los límites a la propiedad de la tierra; dicho sea de paso, se acordó que se trataría una vez que salieran los resultados del IV Censo Agropecuario. Ahora, que ya contamos con los resultados definitivos, esperamos que el Minagri fije una posición sobre el límite a la propiedad. A mí me preocupa el proceso de acaparamiento de tierras que hoy atraviesa el Perú: más de ochenta mil hectáreas, en la costa, están en manos de un solo propietario, y gran parte están orientadas a la producción de biocombustibles. Esta situación debemos evaluarla con cuidado, porque recordemos que somos un país donde prima la agricultura familiar, que tiene un rol importante para la alimentación de toda la población. Lo esencial es buscar un reordenamiento que nos permita lograr el desarrollo inclusivo del que hablamos tanto. Creo que desarrollar nuestro sector agrario y rural es un compromiso que no debemos dejar atrás.

Notas
1 Régimen Especial del Productor Agrario (Repa), una propuesta de ley de la Convención Nacional del Agro Peruano (Conveagro) para promover la asociatividad y formalización de los productores agrarios a través de mecanismos de incentivo tributario.
2 Instituto Nacional de Estadística e Informática.
3 Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).
 

 
 
 

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